"La prefiere muerta antes que sexualmente activa".
Jorge Montalbán
Aún en el siglo XXI, los mecanismos de dominación social siguen siendo los mismos. Uno de ellos es el dogmatismo, el afirmar que tal o cual principio siempre ha sido así y que siempre lo será. ¡Ah! Y que es de cumplimiento obligatorio para todo el mundo. Se cierra la puerta al análisis y al debate.
Uno podría pensar que, efectivamente, hay principios que no pueden entrar en discusión. Por ejemplo, el no matar. Eso no tiene discusión, ¿verdad? ¡Falso! Tenemos los casos de los soldados en guerra que matan a otros soldados; los policías que en cumplimiento del deber, matan a delincuentes; y todos aquellos ciudadanos que matan a otros en defensa propia. Entonces, el quitar la vida tiene excepciones y sí se puede abrir a debate cada caso.
Así mismo ocurre con otros temas, como por ejemplo, la vida sexual de los individuos. ¿El SIDA es una prueba de que con el sexo no se puede transigir? Los escándalos sexuales que involucran a sacerdotes de la Iglesia Católica Romana, tanto en Estados Unidos de América como en la República de Panamá, me parece prueban que al fin y al cabo, somos seres cargados de hormonas. El sexo siempre debe ser un tema a debatir; hay que buscar los mejores acuerdos para el conjunto social. ¡Para todos! De lo contrario, va a ocurrir lo mismo que en la guerra: Resulta que las vidas de los militares del ejército perdedor tienen menos valor que la de sus colegas de la armada triunfadora.
Así es, una práctica sexual para quien pueda pagarla u ocultarla, y otra para quien no disponga de tales medios. Termino con una anécdota. En Nicaragua, por presión de las iglesias, se prohibió el aborto terapéutico; ciudadanos europeos enviaron cartas a sus gobiernos, solicitando el retiro de ayuda económica si no se reconsideraba tal medida, y se abrió a debate el tema. ¿Qué? ¿Un milagro?
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