HISTORIAS
Nunca estás solo

Redacción | DIAaDIA

David, era el hijo de un pastor, consiervo mí­o, que habí­a llegado al hogar para gozo y alegrí­a de sus padres, pero, al poco tiempo de nacido, empezó a manifestar sí­ntomas de enfermedad que llevaron a sus padres a recurrir al médico.

"Tiene una debilidad en el músculo del corazón -dijo el médico- y se ha roto la pared interior, de modo que la sangre no se purifica, pues se mezcla la sucia con la limpia. No sobrevivirá. Es muy débil".

Todos lloraban esta desgracia, la madre, los abuelos, los amigos. La Iglesia oraba, pero el diagnóstico era tan adverso, que la fe de muchos estaba debilitada.

De pronto, su padre se sentó al lado de la cunita de David, e hizo algo que a todos les pareció casi de poca cordura.

Tomó su guitarra y se puso a rasguear algunos acordes. Creo que más de uno pensó: "está perdiendo el juicio a causa del dolor". Pero de pronto, y a pesar de que su voz no era de lo mejor, sus labios empezaron a cantar: "Solo no estoy, Jesús está a mi lado, amigo fiel que no me dejará".

Prosiguió cantando este himno, mezcla de oración y testimonio, a pesar de que lágrimas salí­an de sus ojos cerrados.

Terminó la tercera estrofa, y empezó otra vez con la primera, y de pronto, otros empezaron a acompañarle en voz baja, para no importunar al niño.

David, hoy dí­a, es un arquitecto egresado de una prestigiosa universidad, se casó y es padre de una hermosa niña y da testimonio diciendo que él vive, porque su padre nunca dudó de que Dios estaba a su lado. Querido amigo, Jesús está a tu lado, Él obrará en tu necesidad en la medida que tu creas que su presencia te acompaña ayer, hoy y siempre.

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