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Estudian para no trabajar
Ellos no sólo estudian, también que se divierten. (Foto: Kathyria Caicedo / EPASA)

Kathyria Caicedo | DIAaDIA

Hay niños que necesitan un mayor afianzamiento. Este es el caso de la población indígena, en especial la Ngöbe Buglé. Las características de esta población son muy especiales, pues la mayoría por su condición de pobreza abandonan los estudios; en otros casos, los niños pasan mucha dificultad, ya que sus padres no saben leer o escribir. En fin, no tienen quién los ayude. Cada uno de estos factores tiene su consecuencia, principalmente la repetición de los grados.

Estos niños son considerados riesgo de trabajo infantil; por esto, Casa Esperanza se ha tomado la tarea de establecer centros de reforzamiento, en diversas comunidades, en especial en la comarca Ngöbe.

Estas "escuelitas" se denominan centros educativo comunitarios.

¿COMO FUNCIONAN?

Riiiiiing... al sonar el timbre de salida, los muchachos en lugar de irse a su casa parten al centro. Allí sus maestros los reciben e inician sus labores. Por un lado, realizan las tareas que, asignadas por los educadores regulares, al terminar, entonces se van reafirmando conceptos.

Los pequeños que asisten a estos centros, no sólo estudian, sino que también reciben alimentación. Carlos Gallardo, maestro del centro de Cerro Iglesia, dice que el objetivo del programa es la erradicación del trabajo infantil, entonces a base de eso se trabaja con los niños. Se tiene un planeamiento de estudio: tienen su horario de estudio, de talleres y de recreación.

METODO NO FORMAL

Actualmente, se están buscando nuevos métodos de enseñanza para facilitarle a los niños el aprendizaje.

Belisario Morales, educador y coordinador de fincas de Casa Esperanza Chiriquí, explica que ellos utilizan un método no formal, un técnica llamada lectoescritura. La lectoescritura es una forma de enseñar jugando. Morales comenta que con una pelota fácilmente se pueden enseñar los concepto arriba-abajo y adelante- atrás.

Por ejemplo, la maestra Mirta Jaramillo dice que "todo es por medio de juegos, yo los puedo poner a sumar, apartando carritos, después lo cuentan y tienen la respuesta". Otro modo que aplica Jaramillo para los más pequeños es ponerlos con una bandeja de tierra, en la que escriben las vocales.

En los centros de educativos comunitarios aplican los dos métodos: el formal mediante el cual el niño copia del tablero; y el no formal que sería la lectoescritura.

MUCHOS SON LOS BENEFICIADOS

"Yo voy para aprender más e ir bien en la escuela", dice Yulisa Salinas. Ella cursa el quinto grado, de la Escuela Petita Santos, de San Félix, en Chiriquí.

Yulisa al salir de la escuela camina hacia el territorio comarcal, para llegar a Oma, su comunidad, allí está el centro. DIAaDIA tuvo la oportunidad de conocerlo. Yulisa y su prima Ana Lucrecia Salinas asisten al centro.

Sigue contando Yulisa que la maestra la ayuda en la tarea y en todo lo que ella no sabe. Y entre risas, asegura que en la escuela le ponen buenas notas.

Para esta niña de 11 años, la escuela es el mayor beneficio. Al interrogarla sobre su familia bajó la voz... "yo no tengo papá", dijo. Su mamá trata de mantener a la familia cosiendo vestidos.

La historia de su prima Ana Lucrecia no es muy distinta, sin embargo, ella dejará de ir al centro. Este año, ingresaba a primer año, en la Básica de San Félix.

Ana Lucrecia es la tercera de tres hermanos, sólo su mamá se ocupa de ellos. Para ella, la ayuda que recibía de la maestra en Matemáticas y Ciencias Naturales fue esencial para pasar de grado. Ella pasaba en el centro de 1 a 4: 30 de la tarde, mientras su mamá estaba sembrando, ya fuera arroz o maíz.

LA INTERACCION MAESTRO-ESTUDIANTE

En otro pueblo, específicamente en Cerro Iglesias, se encontró a Daniel Miranda, un chiquito de 11 años. Él estaba jugando con unos amiguitos a nuestra llegada.

Daniel cuenta que en el centro hace todas sus tareas, además de dar talleres como quién soy yo, qué quiere en el futuro. Y hablando de eso, este chico que debe estar en sexto grado, en el colegio Ismael Ellis, confesó que desea ser maestro.

En la agitada carretera de Cerro Iglesia, estaba Carlos Gallardo, maestro de este centro. Él comenta que trabajar en la comunidad es muy difícil, ya que los niños están preocupados por muchas cosas. En Cerro Iglesias, los padres todos son humildes, trabajadores de agricultura. "Algunos tienen tres niños, no tienen salarios y no hay comida. Son de extrema pobreza, no tienen zapatos ni ropa", puntualizó Gallardo. De modo, que ellos tienen que tratar de captar la atención de los niños, pero para él el trabajo fue fructífero, pues confesó que a su llegada al centro casi todos los estudiantes iban por el suelo, pero al final del año todos pasaron. Eran 26 al inicio, pero ahora sólo quedan 17, porque los demás van al colegio.

SOLIDARIDAD: EL MOTOR

Mantener estos centros no es fácil, uno de los pilares son los educadores. Roderick Castillo, director de Casa Esperanza Chiriquí, explica que en un principio se trabajó con estudiantes graduandos de la Universidad Autónoma de Chiriquí (UNACHI), que aprovechaban para realizar su trabajo de graduación. Sin embargo, el programa ha ido progresando, ahora se les da un viático de 200 dólares mensuales a los educadores que participan del programa. La mayoría de las veces, los docentes son de la propia comunidad donde está el centro.

PLANES FUTUROS

Una de las principales metas es aumentar el número de centros educativos para atender a más niños. En eso ya se está trabajando, ya que hay conversaciones con la OIT para establecer centros en 20 comunidades más. La idea es proporcionarle educación a los niños, para que tengan más opciones y probabilidades para salir adelante y pueden salir de la pobreza en la que están inmersos, que es el principal motivo que los obliga a trabajar.

INVERSION

En cada centro educativo de Casa Esperanza se invierten cerca de 600 dólares mensuales. Ese dinero se invierte en material didáctico, que no sólo es utilizado en el centro, sino también a veces se le proporciona a los niños para sus asignaciones. También en supervisión, alimentos y el pagó de la cocinera.





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