Estoy cansado de trabajar y de ver a la misma gente. Llego a la casa y mi esposa me sirve la misma comida. Voy a entrar al baño y mi hija de apenas año y medio no me deja porque quiere jugar conmigo, no entiende que estoy cansado. Quiero paz. Lo único bueno es el sueño.
- Hola, vengo por ti. ¿Quién eres tú? ¿Cómo entraste? Me manda Dios por ti. Dice que escuchó tus quejas y tienes razón, es hora de descansar.
- Eso no es posible, para eso tendría que estar... Así es, si lo estás, ya no te preocuparás por ver a la misma gente, ni de aguantar a tu esposa con sus guisos, ni a tu pequeña hija que te moleste, ni escucharás los consejos de tu padre.
- Pero... ¿Qué va a pasar con todo? ¿Con mi trabajo? No te preocupes, en tu empresa ya contrataron a otra persona. ¿Y mi esposa y mi bebé? A tu esposa le fue dado un buen hombre que la quiere y acepta con gusto todos sus guisos sin reclamarle nada. Y además, atiende a tu hija como si fuera de él.
- No, no puedo estar muerto. Lo siento, la decisión ya fue tomada. Pero... eso significa que jamás volveré a besar la mejilla de mi bebé, ni a decirle te amo a mi esposa, ni darle un abrazo a mi padre.
- Pero es lo que querías, descansar, ahora ya tienes tu descanso eterno, duerme para siempre.
-No, no quiero, por favor Dios.
- ¿Qué té pasa amor, tienes una pesadilla?, dijo mi esposa despertándome. No, no fue una pesadilla, fue otra oportunidad para disfrutar de ti, de mi bebé, de mi familia, de todo lo que Dios creó.
¿Sabes?, estando muerto ya nada puedes hacer y estando vivo puedes disfrutarlo todo. ¡Qué bello es vivir!