Una final no apta para cardíacos. El lanzador olímpico, Ormari Romero, y el primera base, Pedro Poll, fueron los máximos responsables de que su equipo, Santiago de Cuba, se proclamara nuevo campeón cubano al derrotar por 2-1 a La Habana en el sexto partido de la liguilla final.
Poll decidió durante el partido disparar un imparable con las bases llenas en el cierre del noveno acto, con el que remolcó desde la tercera base la carrera decisiva para dejar al campo al combativo plantel habanero.
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