"Que ningún conductor rebase al otro bus. Ese es mi trabajo", dijo a DIAaDIA un humilde chequeador de buses llamado José Luis Almengor.
Almengor, un joven de 23 años de edad, aprendió desde temprano que había que salir a la calle para ganarse la vida de alguna manera, ante la clara crisis laboral.
Nos cuenta que su deber consta en que ningún bus de las rutas de Torrijos Carter y Mano de Piedra, que son las que chequea, rebasen a los otros buses de las mismas rutas que van adelante, después de transcurrir 15 minutos.
Almengor, que actualmente vive con su padre Marcelino, dijo que sólo llegó a cursar hasta el tercer año en el Primer Ciclo de Tocumen.
Además, apuntó que se levanta desde muy temprano para estar a las ocho de la mañana, en punto, en una de las casetas de buses que están frente al Rey de El Dorado, y allí permanece hasta las tres de la tarde cuando su amigo apodado "Ñaca" llega a reemplazarlo.
Su trabajo consta en anotar con un lápiz, en un pedazo de cartón amarillo, la placa y la hora en que pasan los buses, ya que cuenta con un pequeño reloj para luego informarle al conductor los minutos que le lleva el bus que va adelante, para que éste no vaya tan rápido y evite alcanzarlo.
José, sudado y sofocado, comentó que como al mediodía, deja de anotar por casi media hora, para ir a almorzar y tomar mucha, pero mucha agua porque, según él, no es nada fácil estar sentado por casi siete horas.
Con esta labor, gana aproximadamente 10 balboas diarios, ya que los conductores le dan 25 centavos cada vez que pasen por la caseta donde se encuentra.
Almengor confesó que quisiera retirarse como chequeador porque es un trabajo demasiado agotador, para dedicarse a buscar otro empleo. Sin embargo, agregó que si el "tiro le sale mal", tendrá que volver nuevamente a tomar el lápiz y el pedazo de cartón para anotar.
|