HISTORIAS
¡Cumpla!

Redacción | DIAaDIA

Cada vez que los padres de Carlitos salían para su trabajo, le prometían traerle un regalo si se portaba bien, promesa que nunca cumplieron. Carlitos era muy cariñoso y diligente, actitud que tenía a sus padres muy contentos; sentían que tenían al mejor hijo del mundo, pero esa actitud en Carlitos fue cambiando poco a poco, por lo que se convirtió en un niño malhumorado, triste y que perdió el interés por las cosas que antes eran importantes para él.

Sus padres le llevaron al médico, creían que estaba enfermo, pero el doctor les dijo que la salud del niño era perfecta, que buscaran otra razón del cambio.

En casa le preguntaron qué le pasaba, ¿por qué había cambiado? Carlitos respondió: "Ustedes dicen que me aman, pero me han roto el corazón y ya no voy a confiar en ustedes, ni en nadie". ¿Por qué? ¿Cómo se sentirían si sus papás les hacen una promesa y no la cumplen? Entonces, comprendieron dónde radicaba el problema de su hijo.

Conocieron el valor de una promesa. Cada vez que se hace una promesa debe ser cumplida, ésta tiene un valor que va más allá de la simple palabra, es una esperanza que se siembra en el corazón, es un contrato de amistad, de solidaridad, y al no ser cumplida conlleva que la persona a quien se le hizo cambie de actitud, de sentimientos y mine su entusiasmo para seguir adelante, en cualquier cosa en la que esté empeñada en lograr.

Las promesas son un legado de Dios, fue Él quien las instituyó cuando prometió la vida eterna si el hombre sigue sus preceptos. Por eso, cuando haga una promesa, sea a quien fuere...¡cúmplala!

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