
Una divertida comedia para morirse de la risa. Fotos: Omar Morales.
Una divertida comedia para morirse de la risa. Fotos: Omar Morales.
Una divertida comedia para morirse de la risa. Fotos: Omar Morales.
Julio César fue la mascota de la obra.
Lizondo tocó unas notas en la guitarra.
Hoy es la última función.
Una divertida comedia para morirse de la risa. Fotos: Omar Morales.
Julio César fue la mascota de la obra.
Lizondo tocó unas notas en la guitarra.
Hoy es la última función.
Una divertida comedia para morirse de la risa. Fotos: Omar Morales.
Julio César fue la mascota de la obra.
Lizondo tocó unas notas en la guitarra.
Hoy es la última función.
Una divertida comedia para morirse de la risa. Fotos: Omar Morales.
Julio César fue la mascota de la obra.
Lizondo tocó unas notas en la guitarra.
Hoy es la última función.
Una divertida comedia para morirse de la risa. Fotos: Omar Morales.
Julio César fue la mascota de la obra.
Lizondo tocó unas notas en la guitarra.
Hoy es la última función.
La obra muestra un matrimonio con dos gurús del sexo que llegaron a capacitar al público sobre cómo la mujer aconducta a su mono para que sea sumiso como un mico macaco a la hora del sexo, y nunca se rebele como un mandril.
Entre juegos de palabras donde ambos empiezan a sacarse las intimidades, comienzan a burlarse el uno del otro, por sus roles secundarios.
En pleno acto los actores apagaron la luz, para hablar sobre la técnica “del apagón”. Donde a oscuras agarras lo tuyo y al prenderse la luz, ella lo ve a él con una dama del público, de rodillas y despeinada frente a él.
Otro dato curioso fue que Lizondo, además de “chiquito”, “macaco” y “monito”, lo llamó como Franklyn Robinson, refiriéndose a alguien del Chollywood. Pero, el también conocido Freddy, llamó Wiznick a Lizondo.
El público no se tomó nada en serio y las risas no pararon de escucharse en el Teatro Nacional. Esta obra está en cartelera hasta hoy. No se lo pierdan.