Si se encuentra decaído, fatigado o deprimido, no sólo responde a unos malos hábitos alimenticios. En muchas ocasiones, el mal reparto de las comidas hace que también aparezcan esos síntomas. Es necesario dejar la prisa, atracones y dejadez a un lado. Un desayuno escaso, comer en cinco minutos o una cena copiosa puede trastornar el organismo. Para combatir todo esto, conviene seguir a rajatabla una serie de reglas:
Desayunos ricos y abundantes: No hay que olvidar que éstos aportan el 20% de la energía necesaria para enfrentarse a la mañana.
Varía más: Es necesario planificar los menús con un poco de antelación. De este modo se consigue un aporte de nutrientes mucho más completo.
Abandone las prisas: Comer de pie y deprisa puede acarrear serios problemas digestivos. Es conveniente comer sentado y tranquilo, dedicando al rato de la comida el tiempo necesario, no sólo para digerirla bien, sino también para saborearla, que no deja de ser un placer.
Marcar horarios: El cuerpo lo agradece, aunque a veces resulte aburrido. Se debe acostumbrar al estómago a un horario de comida. Así la principal debe hacerse siempre a la misma hora y nunca acostarse seguido de la cena.
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