En esta redacción se reciben quejas constantes sobre el ruido excesivo producido por las bocinas de los equipos de sonido en los llamados diablos rojos. Nadie puede recibir una llamada por celular porque no hay manera de escuchar a quien llama. Lo único que le queda al usuario es rogar porque el mensaje no sea urgente. Algunos pasajeros se arriesgan a quejarse con el conductor, a sabiendas de que pueden recibir una grosería como respuesta, y hasta son bajados de los buses. Se supone que hay un decreto que prohíbe los equipos en estos transportes, pero nadie hace caso. ¿Y las autoridades?