Rodeadas de pobreza
Las calles están de mal en peor y este niño se pasea colgado en un camión, poniendo en peligro su vida. (Foto: Alexander Santamaría / EPASA)

Joyce Baloyes | DIAaDIA

A simple vista se ven los problemas y, con la brisa empolvada, viajan cada uno de los sueños de progreso que tienen los habitantes de dos comunidades, que aunque no se conocen, luchan por progresar.

Parecen las mismas, comparten los mismos problemas a los que no encuentran solución, pero son distintas, se trata de las comunidades Villa María y El Progreso, ubicadas en el corregimiento de Alcalde Díaz, tierras vecinas que un día fueron sólo montes y cerros y hoy es el hogar de muchos panameños que en su mayoría emigraron del interior de la república.

No es fácil llegar hasta estas comunidades, pero una vez allí, el ambiente se asemeja a pueblos interioranos que gritan por ayuda, la que muchas veces no llega y a la que sí, va a paso lento.

De la lista de necesidades, sobresalen: el agua potable, la recolección de la basura, poca seguridad, sistema de transporte eficiente, con el que se tienen con conformar con ir guindados en las "chivitas", que se quedan atascadas o que en el peor de los casos, no suben a la parte alta de las comunidades, porque las calles se han convertido en el dolor de cabeza de los pobladores.

SON ALGUNOS

Elidia Díaz tiene 10 años de vivir en Villa María, donde las calles empedradas unas veces y otras enlodadas las caracteriza, pero ella sabe que quejarse no ha valido de nada; ya han pedido veredas para los niños que van a la escuela, pero ven que en otros sectores hacen y a ellos los han dejado por fuera.

Saben que en invierno las chivitas no quieren subir y los dejan en lo alto de la loma de la escuela, y las que pasan, hasta se han volcado con todo y pasajeros.

Ella y su familia saben en carne propia lo difícil de vivir en un lugar considerado como "tierra de invasores", término que ella no comparte, porque hay familias que tienen más de 30 años de vivir allí y otras que con el salir del sol aparecen.

Cuenta que, por ahora, no tienen alternativa; el agua potable la buscan donde los vecinos que viven en las partes bajas, cuando hay.

En busca de un lugar tranquilo, su esposo y sus hijos pusieron las esperanzas en esas tierras, que aún no están tituladas, pero esos sueños se desvanecen porque hay poca seguridad y hasta balaceras se forman. Por esta razón no dejan ir a sus hijos a la única cancha que hay para jugar, que no tiene luminarias y se presta para muchas cosas.

SU HISTORIA

Oneida Mojica vive más abajo, pero a ella se le suma otro inconveniente, el polvo de las calles, que los tiene con alergias y la más efectada es su hija Flor María, de 6 meses, que hasta hospitalizada estuvo.

MUY CERQUITA

Dalis Batista, vive en El Progreso, no aguanta las moscas por la basura que vierten vecinos en la entrada de la calle, que de paso es la entrada que queda enfrente de su casa. Sus pequeños hijos padecen de diarrea, ella cree que es a causa de estos insectos, que se paran en el agua que con tanto afán guardan en tanques y dentro de los baños con candados, porque hasta eso se roban.

Conversando con una vecina, contó que han tenido que invertir en una bomba de agua para tener en su casa, pero aun así su esposo se levanta a las 4 de la madrugada para abastecerlos.

UNA LUZ

Ante las peticiones, hay algunas soluciones: Quibián Panay, representante el lugar, reconoce las necesidades, y dijo que se construyen 2.6 kilómetros de carretera en los tres sectores de El Progreso: Chanel, Villa María y El Progreso, y también se incluye Tierra Prometida.

Aproximadamente, serían 3 millones de dólares los que se pretenden utilizar para la construcción de las tan anheladas vías de acceso, que tanta falta hacen en esta golpeada comunidad.

Además, en Villa María se hace un plan de mejoramiento de calles, veredas y sistema de agua potable y aguas negras, para que sea una comunidad modelo. Pero hay que esperar un poco.

Además, han reubicado a 73 familias que están en lugares de riesgo, para darles una vivienda en conjunto con el MIVI.

En estos proyecto se invierten unos 5 millones de balboas.

TRANSPORTE

Su único medio de transporte son las chivitas, carros doble tracción que han sido adaptados. Les cobran 25 centavos y los dejan en la entrada del Poderoso, sólo viajan hasta las 12 de la noche igual que los taxis. No se pueden enfermar de urgencia, porque deben esperar hasta el día siguiente.

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