Cuando llegó no conocía a nadie. Hace 15 años la peruana María Teresa Barrientos llegó a Panamá en busca de mejores oportunidades de trabajo, las que les fueron negada en su país de origen.
Por medio de una amiga que la animó cuando aún vivía en Perú, se decidió a emprender la aventura que la llevaría a nuevos horizontes, pues se había quedado sin empleo.
Al llegar al Istmo, empezó a trabajar como doméstica con unos soldados norteamericanos, pero al éstos irse para su país se quedó sin trabajo, por lo que tomó la determinación de abrirse paso por sus propios medios.
De esta manera, comienza a trabajar vendiendo chichas y empanadas en una carretilla con la meta de que algún día tendría su propia carretilla y así tener su negocio propio.
Poco a poco, fue ahorrando todo el dinero que entraba a sus bolsillos, es así como un buen día le dijo a su jefa que daba por terminada la relación laboral, porque empezaría su propio negocio.
Aseguró que en estos 15 años no le ha ido tan mal, a pesar de las altas y las bajas que ha tenido que sobrellevar para sacar a flote el negocio, pues lo importante es que siempre lleve algo para poner la mesa en su hogar.
Por su dedicación y la calidad de su producto, se ha hecho de una buena clientela, además por la calidez y el cariño con que los trata, pues ellos son la razón de que siempre le vaya bien.
En un futuro no muy lejano piensa poner un negocio en donde pueda procesar el coco, pues siente que tiene muchas propiedades que aún no han sido explotadas a su capacidad.
Siente que esta sería una empresa fructífera, con la que podría alcanzar el éxito con el que tanto ha soñado y con el que se propuso alcanzar cuando tomó la decisión de abandonar su país natal.
CARRETILLA
En su carretilla, vende chichas, chicheme, agua de pipa, dulces, empanadas y ensalada de mango.