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¡SÍ, ASÍ FUE!
Me equivoqué

Didier Hernán Gil | DIAaDIA

El domingo pasado estuve en una corredera en el santuario El Carmen en Pocrí de Aguadulce. Sucede que había la misa de clausura del programa EJE (Encuentro de Jóvenes en el Espíritu) y el padre llegó puntual. Se puso el alba y la casulla morada. A esa hora un sol inclemente incomodaba a los padres que esperaban a sus hijos en el templo. Ese día me tocó recibir y orientar a los padres sobre esta maravillosa jornada para jóvenes. Pero el tiempo fue mi enemigo, hubo un contratiempo y pasó más de una hora y el padre vestido esperando.

El sacristán, a los lejos, con su mirada denotaba enojo. Al padre ni le quería ver el rostro y me escondía entre los papás para que no me preguntara. Ya no tenía argumentos, pero le recalqué que la celebración litúrgica esa era y debía ser especial para los muchachos.

No sé cuántas veces el sacerdote se asomó a la iglesia y yo disimulaba estar ocupado hasta que salí a la entrada de la iglesia... y que creen allá fue a dar el presbítero.

Sinceramente, no lo quería mentir. Les juro que no sabía ni qué tema platicarle, temiendo una mala respuesta y con justa razón. Pero qué creen, él amablemente dijo que le preocupaba llegar tarde a otro compromiso en El Caño, donde tenía misa a las 4: 00 p.m. Fue sensato, nada grosero como lo imaginé. Entonces, ya que estaba con mi novia, se me ocurrió preguntarle cuánto costaba casarse en esa iglesia para ganar tiempo. La respuesta fue básica. Temía que me dijera groseramente: "Si no se va a casar para qué está preguntando".

Sin embargo, me gustó la actitud del consagrado.

Me equivoqué y eso me dejó una enseñanza. [email protected]





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