Fue condenado a 70 meses por delito contra el pudor; pero los golpes de la vida le han enseñado que ser libre es un verdadero tesoro. Por su comportamiento en los penales donde ha estado, llegó al Centro de Rehabilitación en Tinajitas. Allí le han enseñado ebanistería y soldadura, aunque su fuerte es la plomería.

Rafael Aguirre Espinoza ha aprendido a aprovechar el tiempo perdido, al estar en las celdas. Sin embargo, se siente complacido en Tinajitas, porque sus conocimientos técnicos han crecido. Por lo menos le han ofrecido algunas herramientas para sobrevivir en la calle cuando recobre la libertad. Tal vez esa sea la vía con la que logre reintegrarse a la sociedad en corto tiempo.