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El defensor de las iguanas
Palomino se siente optimista de lo que hace. (Foto: CORTESÍA)

Alejandra Araúz | Especial para DIAaDIA

Ser santeño no es sinónimo de ser depredador de iguanas. Este es el caso de Ismael Palomino, quien con preocupación veía cómo iban desapareciendo estos reptiles de los campos de Guánico Arriba, en Tonosí.

Por eso, junto a algunos familiares y vecinos decidieron incursionar en una inversión ambiental del proyecto Corredor Biológico Mesoamericano del Atlántico Panameño (CBMAP II) de la ANAM y a finales de este mes, el zoocriadero que estableció en su propia casa tendrá sus primeras crías: ¡más de 400 iguanitas!

"Me interesaba, porque a mí me gusta criar las iguanas, porque se están terminando. Esta es una zona de ellas, aquí había mucha iguana, ahora aquí no hay. En un cuadrito de nada uno cogía 30, 40 iguanas bajititas", confiesa Palomino con cierta tristeza.

DEPORTE EXTREMO RURAL

Cuando era joven, Palomino, como cualquier muchacho, correteaba iguanas, pero no para meterlas en la olla, para él se trataba de una manera de mantenerse en condiciones. "El juego era corretearlas. Los muchachos que sí las comen cogían las más grandes", recuerda.

UN PROYECTO FAMILIAR

Su interés por preservar esta especie en peligro de extinción lo motivó -años atrás- a criarlas, pero la falta de información le impidió prosperar. Ahora, con el CBMAP II, tanto él como su familia y vecinos han recibido capacitación sobre el manejo adecuado del zoocriadero, principalmente en el momento más crítico: la puesta de huevos.

"Antes ellas ponían ahí y dejábamos los huevos ahí mismo, ahora sabemos bien y controlamos a la hora que se preñan, el tiempo que ponen, la cantidad de tiempo que están los huevos en incubación, todo eso lo aprendí con el proyecto, porque no lo sabía", reconoció.

LAS IGUANAS FORTALECEN LA UNIDAD FAMILIAR

Junto a Palomino, su esposa Margarita disfruta de la tarea de cuidar a las iguanas porque como ella misma describe: "A mi esposo le gusta tanto eso; a él le gusta mucho proteger el ambiente y trabajar para ello, toda la vida le ha gustado eso", afirma. Margarita les pone agua y las alimenta. "Se portan bien", dice sonriente, pero admite que en ocasiones se escapan de la jaula y toca corretearlas e incluso hubo su par de partos que les quitaron el sueño o literalmente hasta le aguaron una fiesta.

OTROS RETOS

La intención de esta familia es convertir su zoocriadero en un negocio ambiental debidamente regulado por las normas de manejo de vida silvestre.

Esta iniciativa les permitirá continuar la cría en cautiverio y con la soltura de buena parte de los nacimientos.

También repoblarán de iguanas verdes los campos de Guánico Arriba de Tonosí.





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