Elecciones
Los cardenales se reúnen en un momento de oración.

Agenicas Internacionales | Agencias de noticias

Los cardenales tuvieron ayer algunas horas para conferenciar con sus ayudantes u orar con sus feligreses antes de alojarse en un hotel de máxima seguridad en la Santa Sede, donde permanecerán durante el transcurso del cónclave a efectuarse en la capilla Sixtina, a fin de elegir al nuevo Papa.

Varios expertos esperan que el cónclave dure dos o tres días, luego que comience la votación hoy en la tarde o el martes en la mañana. Pero el proceso electoral, lleno de rituales, podría prolongarse varios días más.

"El nuevo Papa ya ha sido elegido por el Señor, debemos orar para entender quién es", dijo el cardenal de Florencia, Ennio Antonelli, a su congregación en la iglesia Santa Andrea delle Fratte, situada cerca de las escalinatas de la Plaza España de Roma.

RITUAL PARA EL ESCOGIMIENTO

El primer cónclave del tercer milenio, del que saldrá el 265 Papa de la historia de la Iglesia, nuevo obispo de Roma y séptimo jefe del Estado Vaticano, se reunió hoy.

  • El inicio se da a las 3:30, hora en Italia, cuando los 115 cardenales electores se reunieron en el Aula de las Bendiciones del Palacio Apostólico y en procesión se dirigieron hacia la capilla Sixtina, recitando las letanías.

  • Desde que entran a la capilla Sixtina todo lo que se haga o diga allí durante el cónclave es secreto.

Para garantizar ese secretismo, los especialistas han hecho precisos y severos controles al objeto de impedir la instalación de medios audiovisuales de grabación y trasmisión exterior.

  • Antes de realizar los votos, los cardenales procederán al ritual de juramento, por el que se comprometen a mantener en secreto todo lo que se diga o haga en el cónclave y cantarán el "Veni Creator Spiritus", con el que invocarán la ayuda del Espíritu Santo.

  • El Extra Omnes es cuando el maestro de ceremonias pontificias pronuncia la frase "extra omnes" y todos los ajenos al cónclave saldrán de la capilla.

  • En la votación quedan abolidos los modos de aclamación y, por compromiso, la elección se hará por escrutinio secreto. Para que sea válida la elección del romano Pontífice, se requieren los dos tercios de los votos calculados sobre totalidad de los electores presentes. Teniendo en cuenta los 115 electores, son necesarios 77 votos.

  • Luego los cardenales decidirán si votarán hoy o mañana. Si es hoy, habrá una sola votación.

  • partir del martes están previstas dos votaciones por la mañana y otras dos por la tarde.

  • Las papeletas tienen forma rectangular y llevan escrita en la mitad superior las palabras ELIGO IN SUMMUM PONTIFICEM, mientras que la parte inferior está en blanco para que se escriba el nombre del elegido.

Cada cardenal debe escribir el nombre del elegido, pero con una caligrafía que no identifique al autor.

Una vez escrito el nombre, cada cardenal llevará la papeleta hasta la urna. Delante de los escrutadores pronunciará el juramento: "Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien en presencia de Dios creo que debe ser elegido".

Si alguno de los cardenales electores no puede ir hasta el altar a llevar su papeleta, un escrutador se encargará de hacerlo después de que el purpurado pronuncie la fórmula.

  • Una vez que todos los cardenales electores hayan introducido su papeleta se procede a contarlas. Si el número de las mismas no corresponde al de electores, se procederá a quemarlas inmediatamente y se realizará una segunda votación.

  • Concluido el escrutinio, se suman los votos obtenidos por los diferentes nombres y se anota. El último escrutador que lee las papeletas las va perforando con una aguja en el punto donde aparece la palabra ELIGO y la inserta en un hilo.

  • El quórum válido para la elección es inicialmente de dos tercios.

Después de tres días de escrutinios sin resultados positivos las votaciones se suspenderán durante un día para una pausa de oración y coloquio entre los votantes. A continuación, volverán a celebrarse tres tandas de siete votaciones con sus respectivas pausas.

A partir de ese momento se pasará a elegir al Papa entre los dos cardenales que hayan obtenido en el último escrutinio el mayor número de votos. La normativa exige que el elegido lo sea por mayoría absoluta.

  • Una vez elegido, el cardenal decano pide su consentimiento al elegido con las palabras: "¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?". Dado el consentimiento, se le pregunta cómo quiere ser llamado y después el Maestro de ceremonias levanta acta.

  • Finalmente, se anunciará al mundo con la fórmula: "Habemus Papam".

Qué podrían tomar en cuenta los cardenales para la elección del nuevo Papa?

Las consideraciones geográficas están en boca de todos los que intentan descifrar qué motivaciones impulsarán a los cardenales para elegir al próximo Papa.

El peso numérico de Latinoamérica; el crecimiento vibrante del catolicismo en África; la necesidad de reavivar la fe en Europa, o acaso un intento italiano por retomar el sillón de San Pedro.

Como los únicos que saben a ciencia cierta los 115 cardenales con derecho a voto no hablan y muchos de los que hablan no saben, las especulaciones geográficas parecen tan válidas como cualquier otra a la hora de hacer conjeturas.

A nadie se le escapa que América Latina, con un 43% de los católicos en el mundo, tiene peso. De sus 20 cardenales que participarán en el cónclave, nada más que seis han sido mencionados entre los candidatos a suceder a Juan Pablo II.

También es un hecho que la Iglesia africana ha avanzado proporcionalmente más que la de cualquier otro continente para llegar al 13%, o la asiática al 11%. Europa tiene la cuarta parte de los católicos, pero mientras los demás continentes han subido en proporción, los europeos han descendido vertiginosamente.

"La Iglesia del siglo XXI será cetrina y negra", conjeturó R. Scott Appleby, profesor de historia en la Universidad de Notre Dame. "La Iglesia está creciendo rápidamente en África, es una presencia enorme en Latinoamérica y está creciendo en Asia, mientras que la Iglesia en Europa y el norte de América apenas se mantiene a niveles disminuidos de participación".

"La posibilidad de un papado del Tercer Mundo es más probable, aunque de ninguna manera garantizada", opinó Chester Gillis, titular del Departamento de Teología en la Universidad de Georgetown.

Agregó que un Papa latinoamericano podría ser una medida política de la Iglesia para contrarrestar el avance del evangelismo protestante en su región. Y que por otra parte, un Papa africano podría estar más capacitado para enfrentar los desafíos que representa la brecha entre cristianos y musulmanes, un problema vivo en muchos países africanos.

Quienes insisten en las consideraciones geográficas coinciden en afirmar que sería inconcebible un Papa estadounidense para no asociar la Iglesia católica con la única súper potencia. Otros creen posible otro Papa europeo para tratar de contrarrestar la pérdida de fe en ese continente; lo cierto es que la última palabra la tendrán los cardenales que conforman el cónclave.

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