Sonó el celular. Era mi mejor amigo, quien con mucha desesperación decía que la vida de su madre pendía de un hilo. La verdad fue que tragué grueso. No obstante, mi amigo confesó que no sabía qué hacer.

"Qué le digo a Dios, será qu le puedo clamar bendiciones aún cuando me he apartado de él". Mi respuesta fue sencilla, por más que vagues en el mundo no has dejado de ser un hijo de Dios, y por ende, con tu arrepentimiento de lo que ha ofendido a Dios podrás gozar de sus bendiciones.

Amigo: Las pruebas no vienen a tu vida para entristecerte, sino para que el poder de Dios se manifieste y te conviertas en un soldado enteramente aprobado.

Alégrate en este momento de angustia, Dios tiene sus ojos sobre ti, "aunque, ahora, por un poco de tiempo, si es necesario, tengas que ser afligidos en diversas pruebas".

Cuando venga la prueba, alaba al Señor con todo tu corazón y grita al mundo en medio de la dificultad que Jesús es el dueño y Señor de todas las cosas y que en Èl está tu victoria.

Cuando vayas a casa y te sientas acosado por las dudas, alégrate; cuando estés transitando momentos de soledad, alégrate.

Aunque tú alma corra con afán el día a día incierto, prisionera de la preocupación, no temas, eres libre, no olvides que Dios está en tu mañana y que, por sobre todas las cosas, es soberano.

Si sientes que no hay salida, miras que el mañana es oscuro y que las emociones violentas te cortan la energía física y te desgastan, clama a Dios, él abrirá ríos en la sequedad.