Momentos en que monseñor Ulloa toma el báculo, símbolo de sucesión, de manos del nuncio Carrascosa. (Foto: M.VALENZUELA/A.GAMEZ/J.SILOT)
Carolina Sánchez P.
| DIAaDIA
Curiosamente un 17 de abril, monseñor José Domingo Ulloa realizó su consagración episcopal en la Catedral Metropolitana. Justamente en esta fecha, seis años después, se realiza en el mismo sitio su toma de posesión canónica como Arzobispo Metropolitano.
Pero eso no es todo, esta solemnidad coincide con los 40 años de presencia del Seminario Mayor San José, en el que se formó monseñor Ulloa, lo que sirve de inspiración para los nuevos seminaristas.
Agradeció a todos por su apoyo
Representaciones católicas de todos los lugares del país asistieron a esta ceremonia eclesial. Entre ellos, había obispos, sacerdotes y diáconos, quienes marcharon desde la iglesia de San Felipe de Neri, en calle cuarta, hasta la Catedral, y junto a ellos iba Ulloa. Incluso el cardenal hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga se sumó a esta festividad. Las personas se acomodaban para tomar fotos, pues querían capturar ese momento histórico. Pero los espectadores no eran los únicos que tenían cámaras porque los sacerdotes también llevaban la suya para tomarse fotos.
Al ver a monseñor Ulloa, las personas empezaron a gritar, a aplaudir y a silbar.
Fue a las 4:00 p.m. cuando el nuncio Andrés Carrascosa Coso inició la ceremonia. Once minutos después se leía la bula, que es el documento que imparte el Vaticano y en donde Ulloa quedó oficialmente consagrado como arzobispo metropolitano. También rindió juramento y luego a esto, le entregaron el báculo.
A este acto, las personas aplaudían y silbaban. En sus rostros se notaba la felicidad y regocijo que había en sus corazones.
En el evento se agradeció al arzobispo saliente José Dimas Cedeño por sus años de servicio y que ahora será emérito.
Mensaje
Con firmeza, Ulloa expresó que su principal objetivo es buscar la santidad con todas sus fuerzas, buscar el rostro de Cristo en la oración. Pidió ayuda a los feligreses para recibir la cruz, no con resignación, sino saliendo al encuentro y abrazar con amor y alegría.
En segundo lugar, solicitó suscitar la santidad de los sacerdotes en el país y la participación laical en la iglesia y en la sociedad.
Pero Monseñor también dio a conocer sus anhelos, y criticó la realidad que se vive en Panamá. "Es una sociedad que está marcada por la pobreza y la exclusión social; una concentración desigual de los recursos, desempleo y precariedad". También aseguró que no existe un buen sistema de salud, educación, la inseguridad ciudadana, la violencia, migración por la falta de oportunidades en las áreas rurales y un creciente deterioro del equilibrio ecológico.
Ante todos estos problemas, Monseñor pidió que cesen, por lo que aconsejó trabajar por una cultura de paz y que haya un cese a la violencia.
La llovizna no fue impedimento para que las personas asistieran a este solemne acto, pues estaban preparadas con paraguas.