Yo resido en la ciudad y vivo del volante. Hay ocasiones en que visito a mi familia en Bejuco, en Chame. Cuando me quedo allá los domingos, salgo a eso de las 3:00 a.m., calculando la llegada del primer bus de Bocas del Toro a la Terminal de Albrook. Esos son los primeros que llegan. A veces coinciden con los Tica Bus y las carreras son buenas.

Apenas tú ves un gringo, hay compañeros que se los pelean, hay insultos, discusiones y hasta les cargan las maletas a esos pasajeros. Parecen pirañas.

Pero amigo, eso no es gratis. Uno tiene su comisión en los hoteles. Generalmente, los turistas te dicen a esa hora, porque como falta poco para amanecer, entonces quieren descansar, y piden que los lleven a un hotel relativamente barato.

Ya uno conoce a la gente de los hoteles, uno recibe su paga, y les cobra como turistas a estos visitantes. Todos tienen su tarifa.

Con eso, ya uno tiene resuelto el día y la coge suave.

Ahora mismo en la terminal, ya hasta los seguridad nos conocen, a uno le toca estacionarse lejos, subir a la rampa a esperar a que lleguen los primeros viajes y hablarle al grano al cliente. ¡Menos que te pillen y te saquen del negocio!

La ley es así, si al turista le gusta que les lleve las maletas y el hotel del que le hablo, esa carrera es mía. Nadie se mete, pero generalmente, cuando se sabe que es un turista, todos le caen. Eso sí, en mi caso, los trato amablemente, porque esa es la gente que te da de comer.

Le doy mi número por si acaso, y casi siempre ellos vuelven y te llaman. Si te portas bien, te toman confianza y quieren que los lleves a las esclusas a ver cómo funciona el Canal de Panamá. Hay quienes te invitan hasta almorzar con ellos y que les hables de Panamá, pero el secreto está en el buen trato.