HEURISTICO
Quí­tate tú pa'...

David Robinson | DIAaDIA

"El déficit más importante de Latinoamérica es la paciencia".

Moisés Naí­m

La historia de siempre, un gobierno sube y borra hasta los recuerdos del gobierno anterior. Y no sólo me refiero al gobierno nacional, incluyo hasta a las directivas de los clubes de padres de familia escolares. Y es que en el mejor de los escenarios, bajo el supuesto de las buenas intenciones, un móvil para ese particular comportamiento es la impaciencia. La desesperación causada por la espera y el deseo de rápidas soluciones nos impide ver el desarrollo de los resultados y poder así­ evaluarlos.

Y así­, a lo sumo, sólo se obtienen respuestas insuficientes. Con cada fracaso, el tornillo del dilema que se quiere resolver no hace más que enterrarse más en el tejido social y, a la larga, cangrena la confianza que los ciudadanos debemos tener en otros ciudadanos. No por gusto ha disminuido el poder de convocatoria y crecido la apatí­a en las organizaciones cí­vicas y barriales. A mí­, por ejemplo, me entristece la pobre asistencia que tienen las reuniones de estas asociaciones.

La impaciencia destruye inversiones económicas y programas polí­ticos; hay muchos ejemplos de empresarios que aceleran la bancarrota y dirigentes que terminan destruyendo las opciones por las cuales vení­an trabajando. Sobre todo, la impaciencia arrastra nuestro mundo cultural al caos. O quizá sea que esa intranquilidad atroz, esa que nos impide planear, ejecutar y darle seguimiento a los grandes proyectos, no sea más que una manifestación de una cultura suicida.

Una vez escuché que a un dirigente de la nación China le pidieron una declaración sobre el descubrimiento de América y contestó que aún era muy pronto para juzgar los efectos de tal acontecimiento. Quinientos años más tarde, aún esperaba ver nuevas consecuencias del 12 de octubre de 1492. ¡Eso sí­ es paciencia! ¿Verdad?

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