Aseguran no tener un lugar donde vivir.

La piel de Vanessa Rodríguez está quemada del sol, no porque se fue de día de playa ni nada por el estilo, sino que desde hace días, mientras su esposo busca un "camarón" para llevar algo de comida a la casa, ella empieza la faena de limpieza del monte y hasta la construcción de lo que denominaron su hogar.

Ayer, ella con su bebé en brazos y seguida de su hijo mayor, quien no supera los cinco años, lloraba desconsolada, cuando personal de la corregiduría, fiscalizado por la Autoridad de Aeronáutica Civil (AAC) y custodiados por unidades de la Policía regular y del Control de Multitudes, empezaron con la demolición de decenas de casitas construidas con madera y zinc, que estaban ubicadas en terrenos de la pista de aterrizaje de Calzada Larga, corregimiento de Chilibre.

A pesar de que hay quienes aseguran que desde hace años ocuparon los terrenos, es evidente que las viviendas improvisadas tienen a lo mucho una semana de haber sido construidas y otras ni siquiera estaban terminadas. Sin embargo, al igual que Vanessa, unas 300 personas estaban ocupando estos terrenos.

Las mujeres embarazadas y los niños abundan en el lugar y, a pesar de que es un peligro para todos, ellos se niegan a aceptarlo, asegurando que si un avión se va a caer, puede ocurrir en cualquier lado.

Abdel Martínez, secretario general de la AAC, explicó que el desalojo de las personas se limita a cuestiones de seguridad, ya que el aeródromo es utilizado frecuentemente en las prácticas de entrenamiento por docentes de enseñanza aeronáutica.

"Hay que respetar el perímetro de los aeródromos por la seguridad de los usuarios", por lo que no se puede permitir que las personas caminen por la pista y menos que vivan en sus terrenos.

Se espera que en los próximos días se inicie el cercado del perímetro.