Según el sacerdote Alexis Mosquera, gran conocedor de la historia del Manto de Turín, a Jesús no lo pretendían matar de forma rápida. Por esta razón, ninguno de los golpes eran dirigidos al corazón.
De hecho, en el Manto de Turín, la única parte del cuerpo que no parece ser lesionada es la parte izquierda del pecho (el corazón).
Como era de costumbre, la flagelación consistía en debilitar a las personas para que estas quedaran prácticamente en estado de "shock".
La muerte de Jesús fue lenta y muy dolorosa, la cantidad de latigazos y su crueldad dependían de la decisión de los verdugos.