¡Ay, ombe! Eso sí que estuvo bueno. Los que fueron al concierto de Carlos Vives no pueden quejarse, el colombiano se tiró tremendo espectáculo.
Fueron más de dos horas de vallenato puro, que provocó que miles de personas bailaran hasta más no poder.
A eso de las 11:15 p.m., luego de una pequeña intervención de Manuel Escala, se escuchó el sonido del acordeón, dando así inicio a un concierto de altura que incluyó temas como "Déjame entrar", "Maleta de sueños", "La cachucha" y muchos otros.
Energía pura fue lo que Vives dejó en el escenario, energía que transmitió a los presentes, en su mayoría del país sureño. No faltó preguntar para darse cuenta que por su cuerpo corre sangre colombiana, pero Carlos no sólo desbordó energía, él estuvo acompañado del Rey del Vallenato en 1985, Elpidio, quien tocaba el acordeón. Este señor sí que es un monstruo, e igual los acompañó el panameño 20-20, quien a pesar de que no es conocido aquí, se defiende.
Amigos lectores, les cuento que el sonido estaba fatal, ya que se escuchaban "grones" y hasta el sonido del micrófono se fue, pero a la gente no le importó, porque lo que quería era disfrutar, pues cuando cantó "Carito", "La gota fría", "El amor de mi tierra" y "El rock de mi pueblo", no hubo casi una pareja que no bailara.
De milagro la gente no se subió a las mesas; era un concierto netamente colombiano, el tricolor colombiano era lo que abundaba.
Hay que mencionar que Vives hizo un alto y habló sobre los valores humanos plasmados en los trabajos del colombiano Rafael Pombo, quien realizó un CD.
¡Ah! Y les cuento que su pareja Claudia Elena subió al escenario, pero no arrancó muchos silbidos, pues estaba sencilla y creo que hasta un poquito subida de peso. El concierto fue tremendo espectáculo.
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