T res pescadoras terminaron su faena y regresaban a casa, pero se encontraron con una tormenta. Llovía tanto que era necesario guarecerse. Divisaron a lo lejos una casa y comenzaron a correr hacia ella. Llamaron a la puerta y les abrió una hospitalaria mujer que era la dueña de la casa y se dedicaba al cultivo y venta de flores. Al ver totalmente empapadas a las pescadoras, les ofreció una habitación.
Ese recinto estaba lleno de cestas con hermosas flores, que iban a ser vendidas al siguiente día.
Las pescadoras estaban agotadas y se pusieron a dormir. Sin embargo, no lograban conciliar el sueño y empezaron a quejarse del aroma de las flores: "¡Qué peste! No hay quien soporte este olor. Así no hay quien pueda dormir". Entonces una de ellas tuvo una idea y se la sugirió a sus compañeras:
--"Amigas, coged las canastas de pescado y utilizadlas como almohada y así conseguiremos evitar este desagradable olor".
Las mujeres siguieron la sugerencia de su compañera. Apenas había pasado un minuto y ya todas ellas dormían profundamente.
Por ignorancia y ausencia de entendimiento correcto, el ser humano se pierde en las apariencias y no percibe lo real.