
Manuel da gracias a Dios por haberlo librado de la muerte en ese viaje.
Foto: EVERGTON LEMON
Manuel da gracias a Dios por haberlo librado de la muerte en ese viaje.
Foto: EVERGTON LEMON
Manuel da gracias a Dios por haberlo librado de la muerte en ese viaje.
Foto: EVERGTON LEMON
Erasmo, Manuel y Lorenzo fueron homenajeados por autoridades locales. Erasmo vive ahora en La Palma.
Manuel y Lorenzo recordaron aquellos tiempos de peripecias.
El Negro Galápago junto a su mascota.
Esta es la casa de Manuel. Allí se dedica a reparar paraguas.
Manuel da gracias a Dios por haberlo librado de la muerte en ese viaje.
Foto: EVERGTON LEMON
Erasmo, Manuel y Lorenzo fueron homenajeados por autoridades locales. Erasmo vive ahora en La Palma.
Manuel y Lorenzo recordaron aquellos tiempos de peripecias.
El Negro Galápago junto a su mascota.
Esta es la casa de Manuel. Allí se dedica a reparar paraguas.
Manuel da gracias a Dios por haberlo librado de la muerte en ese viaje.
Foto: EVERGTON LEMON
Erasmo, Manuel y Lorenzo fueron homenajeados por autoridades locales. Erasmo vive ahora en La Palma.
Manuel y Lorenzo recordaron aquellos tiempos de peripecias.
El Negro Galápago junto a su mascota.
Esta es la casa de Manuel. Allí se dedica a reparar paraguas.
Manuel da gracias a Dios por haberlo librado de la muerte en ese viaje.
Foto: EVERGTON LEMON
Erasmo, Manuel y Lorenzo fueron homenajeados por autoridades locales. Erasmo vive ahora en La Palma.
Manuel y Lorenzo recordaron aquellos tiempos de peripecias.
El Negro Galápago junto a su mascota.
Esta es la casa de Manuel. Allí se dedica a reparar paraguas.
Manuel da gracias a Dios por haberlo librado de la muerte en ese viaje.
Foto: EVERGTON LEMON
Erasmo, Manuel y Lorenzo fueron homenajeados por autoridades locales. Erasmo vive ahora en La Palma.
Manuel y Lorenzo recordaron aquellos tiempos de peripecias.
El Negro Galápago junto a su mascota.
Esta es la casa de Manuel. Allí se dedica a reparar paraguas.
En ese tiempo tenía 19 años de edad y fue hallado junto a sus acompañantes cerca de Ecuador, tal como sucedió 62 años después, a finales de marzo de este año con Adrián Vásquez, el joven sobreviviente que permaneció 26 días a la deriva en altamar después de que su embarcación artesanal naufragara y fallecieran sus dos compañeros.
La historia del “Negro Galápago” se remonta a un 1 de enero de 1950, cuando ya él era capitán de la embarcación "La Reina del Golfo", pues desde niño aprendió muy bien todo el arte de maniobrar una embarcación al quedar sin madre y hacerse responsable de sus hermanos menores.
Ese día salieron del puerto que estaba en el río San Pablo hacia Arena de Quebro, pues era la única forma de llegar, ya que no había carretera. "Ahí transportábamos todo tipo de artículos para abastecer las tiendas", dijo el excapitán.
El “Negro Galápago”, mientras estaba sentado en el portal de su casa haciendo memoria, era interrumpido, pues no había un alma que pasara por la calle y no lo saludara.
El 8 de enero regresaron de Arena de Quebro, esta vez venían: Erasmo Quintero, el maquinista; Lorenzo Rodríguez, el marinero; Ismael Salcedo y Olimpo Guevara, ambos inspectores; Pablo Quintero, quien era un detenido; un policía de apellido Murillo, Manuel Chamorro y otro de nombre Pablo.
Al regreso, los ocho hombres se enfrentaron a un fuerte viento y oleaje, que hizo que una de las naves de auxilio o salvavidas se soltara del amarre y la otra se destruyó al chocar con la nave. Fue en ese momento cuando se detuvo la embarcación. Chequearon, pero no era la máquina, sino la batería la que provocó el daño.
Durante los primeros días, el viento norte los alejó de tierra firme mientras trataban de mantener la calma, pues albergaban la esperanza de que serían rescatados.
Al cuarto día, el hambre los azotó, por lo que hicieron arpones para pescar y comer arroz crudo, que era parte de la carga que llevaban, pues los pocos fósforos los habían gastado en las noches prendiendo guarichas para hacer luz y que los vieran, pero fue en vano.
Intentos de sobrevivir
A “Negro Galápago” lo inundaba la tristeza en las noches y a oscuras lloraba, pensando que no regresaría a ver a su hijo de seis meses, su esposa y sus seres queridos. "Jamás les demostraba a mis compañeros miedo o desesperación, pues como capitán de la nave tenía que darles fortaleza", dijo el hombre.
Con unos tanques lograron hacer una balsa y ahí se metieron dos de los viajeros y pasaron horas en el mar, pero al fin se dieron cuenta de que se hundían y regresaron al barco, solo el policía Murillo insistió y se fue entre las olas. "Jamás lo vimos y nunca llegó a tierra firme", dijo don Manuel, quien lamentó eso, pues expresó que si se hubiera quedado en el barco habría sobrevivido al igual que los demás.
Una mañana, uno de ellos se despertó y sintió asombro al ver una tortuga caguama pegada a la nave y decidieron agarrarla, pero al tocarla el animal sacó fuerzas y escapó en el mar, lo que hizo que ellos lloraran de tristeza.
"Como éramos ocho, todos pescábamos y lo que hacía es que solo fileteábamos el pescado. Lo exprimía con mis manos hasta hacer una crema con la sangre y eso era lo que tomábamos para comer y beber algo", dijo el marino.
En otro de los inventos por buscar ayuda, sacaron el tanque del combustible y cuatro de ellos se fueron como una pequeña embarcación, pero igual sabían que no llegarían a ningún lado. "Algo me dijo que íbamos mal y les dije que el tanque se estaba llenando de agua y del susto utilizamos nuestros brazos como remos para llegar a la embarcación".
La situación cada vez se ponía peor, pero cuando estaban trasteando la máquina se encontraron con una caja de balas, que había comprado “Negro Galápago”. "La estuve buscando y nunca la encontré, Dios sabrá por qué hace las cosas. Luego, tomamos las balas las secamos y disparamos para ver si alguien nos oía. Ahí fue cuando cazábamos las caguamas y fue de mucha alegría", dijo el capitán.