La generosidad caracteriza al corazón noble y compasivo. Mas allá del acto caritativo, implica el desarrollo de una cierta sensibilidad - o compasión - que nos vuelve dispuestos a dar nuestra posesión más preciada, que somos nosotros mismos. Aquí hay unas claves para lograrlo.
Antes de dar a otros, aprende a ser generoso contigo mismo. Así podrás liberarte de la idea de querer tener siempre más.
Para ser generosos es necesario estar dispuesto a desprenderte, sin esfuerzo ni vacilación, de cualquiera de tus posesiones. Pero primero debes suprimir el afán de posesión.
Una forma más profunda de generosidad consiste en estar dispuesto a compartir la experiencia propia con otros.
Comparte lo que tienes con otros. Cuanto más sueltes, más libre y creativo te volverás. El acto de compartir tus posesiones expandirá tu conciencia.
Cada día esfuérzate por mirar a los demás sin condena. Cada juicio te aleja del estado de paz, manteniéndote en estado de angustia y remordimiento.
Si quieres paz interior, debes practicarla primero. Enseña la paz y la conocerás. Practica transmitirla en la mayor cantidad de ámbitos.
Conéctate con la energía del amor incondicional, que te hace captar intuitivamente las necesidades de otros.
Debes distinguir entre dar y sacrificarse. El sacrificio solo se hace para lograr algo. Si das porque sientes que tienes que hacerlo, no estás auténticamente motivado por tu ser elevado.