Un hombre vivía en la orilla de un camino y vendía perros calientes. Él no tenía radio ni televisión ni leía los periódicos, pero hacía y vendía buenos perros calientes.
Él se preocupaba por su negocio y el pueblo le compraba. Las ventas fueron aumentando cada vez más, compraba el mejor pan y la mejor salchicha. También fue necesario comprar un carrito más grande para atender mejor a la clientela.
Su perro caliente era el mejor de la región.
Hasta que pudo enviar a su hijo a estudiar economía a la mejor universidad del país.
Finalmente, su hijo, ya graduado con honores, volvió a casa y su padre seguía en el mismo negocio y le preguntó: "¿Papá, usted no escucha la radio? ¿Usted no ve la televisión? ¿Usted no lee los periódicos? Hay una gran crisis en el mundo. Y la situación de nuestro país es crítica".
Todo esta grave y el país va a quebrar... Aquel padre siguió los consejos de su hijo y entonces, con miedo a la crisis, compró el pan y la salchicha más barata. Abatido por la noticia de la crisis ya no ofrecía su producto en voz alta ni atendía con entusiasmo a sus clientes. Y así las ventas comenzaron a decaer hasta que el negocio quebró.
Entonces el padre, muy triste, le dijo al hijo: "Tenías razón, estamos en el medio de una gran crisis. Bendita la hora en que te envié a estudiar economía, pues me avisaste de la crisis...
Señores: Cada uno construye su propia crisis. Tú decide qué emprender.
