A todos los seres humanos les gusta que les digan piropos, pero a los niños les hace muy bien, pues les sube su autoestima. Dígale piropos cada vez que salga camino a la escuela, cuando regresa y mientras permanece en casa, pero con moderación.
Despídalo con un abrazo y coméntele: "lo vas a hacer muy bien". Al llegar a casa, dígale: "cómo me alegra verte y saber que hiciste un gran trabajo". Expresiones como: "tu forma de ser me agrada", "tu conducta ha mejorado" o "¡podrás mejorar con sólo proponértelo, estoy segura!" Palabras como: "me gusta verte obedecer de este modo", también ayudan cuando el niño sigue las reglas.
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