La enseñanza de la Biblia siempre está presente.(FOTO: NAYELI WILLIAMS /EPASA)
Nayeli Williams
| DIAaDIA
Una nueva vida. Mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, sus brazos se elevaban al cielo y de sus labios solo salían palabras de arrepentimiento y de regocijo por estar en paz con Dios. Eran hombres que oraban, pero no estaban en la iglesia, no, estaban en la cárcel.
Fue impresionante ver cómo había tantos sentimientos encontrados en una persona. Por una parte felicidad y, por otra, tristeza. Las fuertes alabanzas se oían en las afueras del recinto. Hombres altos, corpulentos, cuyos rostros reflejaban la crudeza de un pasado delictivo, que ahora no desean volver a vivir, parecían embelesados ante la necesidad del consuelo de Dios.
Los protagonistas de esta historia son hombres privados de libertad, que en medio de cuatro paredes encuentran en la Palabra divina, una salida y un sentido a sus vidas.
NO TODO ES PRIVILEGIO
Sin embargo, pese a que muchos consideran que los internos se escudan en una religión para tener mayor seguridad frente a sus enemigos y privilegios dentro de las cárceles, la realidad puede ser distinta.
Según Yarisel de Vásquez, su esposo es interno del Centro Penitenciario La Joya, y a su vez es pastor desde hace ocho años, pero eso no ha sido suficiente para obtener la resolución que le permita laborar dentro del recinto, a pesar de tener buena conducta y haber hecho los trámites.
En tanto, el asesor del ministerio de cárceles del Tabernáculo de la Fe, José Baruco, manifestó que por ser personas que tienen un buen comportamiento y ayudan a resocializar a los demás reos, tienen más facilidades para conseguir visitas en los días festivos. En algunos casos tienen permiso para pasar un día fuera con sus familiares.
También dejó claro que sí se han visto casos de hombres que inventan una falsa conversión por conveniencia, pero que al final, a Dios no lo engaña nadie.
Asimismo, algunos internos señalaron que se han visto casos en los que algunos reos, supuestamente se convierten, pero en realidad no es así. No obstante, estos casos son pocos según los pastores entrevistados.
SU FE LA ENAMORO
"Él salvó a mi hermano y me salvó a mí", expresó Yarisel, quien hace más de cuatro años, cuando visitaba a su hermano en la cárcel, conoció a Frederick Vásquez, de 29 años, quien con una Biblia en la mano se ponía a dar testimonios de la Palabra de Dios a los presentes y cautivos.
Poco a poco, Yarisel, de 31 años, empezó a ver los cambios en su pariente, que en ese entonces era orientado por Frederick, declarado culpable de homicidio y castigado con la pena máxima de 20 años de prisión. De allí empezó una larga amistad que acabó con un sentimiento de amor, pese a las barreras que los separaban. Las enseñanzas del pastor lograron cambiar a la joven. Finalmente se casaron hace ocho meses en La Joya. Diariamente se comunican y oran juntos, pero nunca pierde la esperanza de que pronto tendrá a su amado con ella.
¿COMO SE DA EL CAMBIO?
De acuerdo con Frederick, para ser siervo de Dios se necesita algo más que conocimiento de su palabra. Se requiere de mucha paciencia, pues no es fácil lograr un cambio en las personas de la noche a la mañana.
Vásquez argumentó que algunos presos reciben una formación diferente debido a que su personalidad es distinta.
Además de Frederick, están los copastores y líderes que se encargan de orientar a los hombres de las demás galerías. De unas 300 personas que habitan en su pabellón, 83 asisten a los cultos.
Durante las semanas se organizan ayunos desde las 4:00 a.m. hasta las 12:00 m.d. En ese lapso adoran a Dios, leen la palabra y oran.
TIEMPO DE ALABAR
Los fines de semana, en cada uno de los 15 pabellones que tiene La Joyita y los siete de La Joya, hay cultos.
Un largo y amplio pasillo es el que sirve de templo, en La Joya, en donde participan cerca de 85 personas. Las rejas están allí, pero a los inquilinos no parece importarles.
Un linóleo hace de alfombra, y con la instalación de los micrófonos, comienzan los timbales, tambores y el resto de los instrumentos a alegrar el encuentro con Dios.
LOS QUE ASISTEN
"Todos los días va una iglesia a los centros penitenciarios, ya sea La Joya, La Joyita o El Renacer", dijo el pastor José Baruco.
Agregó que cada templo cristiano tiene un ministerio de cárceles, por lo que les toca visitar un pabellón de la prisión cada semana (el día que no haya visitas). En su caso, le corresponde ir los martes al pabellón cuatro de La Joyita. Los jueves asisten al Centro Penitenciario El Renacer. Allí hay siete líderes que se encargan de orientar a los demás. Dentro de El Renacer se construyó una iglesia católica y otra evangélica, que congrega a cerca de 50 privados de libertad.