Abatido por la vida, pero jamás por vencido. Pareciera que éste fuera el lema que caracteriza a un humilde panameño, que como muchos otros trata de no desmayar y seguir adelante.
La fabricación y restauración de muebles de bambú, mimbre, ratán y madera, oficio que desde hace más de 15 años practica Marino Moreno en calle U, Calidonia, quien desde temprano se traslada desde su casa en Mañanitas, para abrir el puesto que comparte a medias con su colega, Adolfo.
A los 44 años, señala Marino, sufrió junto a sus hijos la muerte de su compañera y, con voz entrecortada, respondió a DIAaDIA que Isaac, Yara, Deyanira y la pequeña Doris son el motivo que lo impulsa a trabajar fuerte cada día más.
"Mi mayor deseo es que estudien y se superen para que se conviertan en profesionales, como le hubiera gustado verlos a su madre", señaló abatido por el fuerte sol en su rostro, mientras lijaba una silla de madera.
Afortunadamente, todos los meses del año son buenos para Marino, porque además de tener su clientela fija, lo mínimo que gana en una mala semana son 60 balboas; pero si resulta buena, puede compartir de 150 a 200 con su socio y amigo.
Levantarse temprano, despedirse de sus hijos y llegar puntual al negocio, es la agenda diaria de Marino, quien asegura que ser padre y madre no es trabajo fácil, pero por el amor que le tiene a sus hijos lo seguirá haciendo hasta cuando Dios le quite la vida.
"Nunca dejo de agradecer a Dios por todo y de pedirle que me ayude a educar bien a los muchachos", sostuvo mientras se limpiaba el aserrín de sus manos en el delantal.
Sostiene Marino, "cuando la vida se empeña en ponerte obstáculos es cuando más hay que echar adelante, porque en esta jungla de cemento es donde se ve cuánta garra y ganas de ser alguien tienen las personas, no hay que dejarse vencer".
SU DESEO
Marino solicita al Gobierno la oportunidad de que sus hijos puedan desarrollarse como profesionales.
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