Este mes, Código 4 cumple nueve años de estar al aire y, aunque debería ser una gran celebración porque no es cualquiera el que dura tanto, he buscado algo bueno que resaltarle, y todo, absolutamente todo se centra en 'los senos' de sus presentadoras.
Es triste que eso sea, como hombre, lo más rescatable que le encuentre porque quienes seguimos los medios sabemos que, por ejemplo, Susan Elizabeth Castillo no salió de un Miss Panamá y mucho menos de un Miss Hawaiian Tropic. Ella llegó a la televisión luego de haberse zurrado primero en radio, después haciendo un trabajo serio y responsable en FETV hasta llegar a un canal comercial donde brilló al pertenecer al noticiario de RPC. Todo sin enseñar lo que hoy le roba la mitad del cuadro en pantalla: sus senos.
Si usted me dice que ella, como su copresentadora Lili Vargas salió de un concurso que se caracteriza por enseñar traseros y senos, lo puedo comprender, pero no, no es así, por eso me intriga el saber por qué y cuándo se dio esa metamorfosis que la llevó a ser de una ovejita del rebaño del Padre Manolo en FETV a convertirse en la bomba sexy de las tardes. ¿Por qué su profesionalismo y trayectoria pasan a segundo plano para ser recordada como la 'Tetanic' panameña? ¿Por qué tirar a la basura, siendo tan joven, su imagen periodística en uno de los peores proyectos de la televisión local?
Los presentadores y periodistas de ese show tienen todo el derecho a hacer con su cuerpo lo que crean conveniente y el canal les permita, pero tienen la responsabilidad de recordar que, a esa hora, hay menores viendo su programa, familias esperando las noticias y jóvenes en la edad en que las hormonas están como unas lentejas en agua hirviendo: ¡brincando!
De cada 10 correos que recibo, siete son de lectores varones que me dicen lo vulgar y desagradable que se ven. Si creen que el efecto en nosotros de enseñar más en televisión está gustando, créanme que no. Hay formas de enseñar sin ser vulgar, haciéndolo de manera elegante, de manera sexy sin tener el seno fuera del vestido... dejando tan siquiera "algo" a la imaginación.
Es tan fuerte lo de los senos al aire que siendo un programa tan malo, repleto de santeros, brujos, hierberos, notas de sexo y donde le sacan espinillas, barros y hongos de uñas de los pies a sus invitados que ya ni al más incrédulo le asombra, sigue siendo más sorprendente lo que enseñan sus presentadoras. Como vamos, en cualquier momento todos enseñarán sus códigos de barra. Solo falta que Luis Fernando del Río salga sin camisa y en bikini, y Gretel Méndez aprenda a bailar en hilo dental.
Nunca me gustó Código 4, pero reconozco que sus inicios, bajo la producción de Jorge Luis Sánchez (hoy coordinador del noticiario mediodía de Canal 13) era otra cosa. Esta producción nacional de MEDCOM ha caído en lo barato, en la chabacanería, en lo vulgar y en lo que debe ser prohibido para tener en la televisión.
Yo no tengo nada que celebrarles. Código 4 cumple nueve años, pero no revelando precisamente la verdad. Deberían llamarse Código T-Ta... donde se revela el tamaño.