El hombre que estaba tras el mostrador, miraba la calle distraídamente. Una niñita se acercó al negocio y apretó la nariz contra la vidriera. Los ojos de color del cielo brillaron cuando vio un collar de turquesa azul.
Entonces, entró al negocio y pidió verlo. Es para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete bien bonito? dijo. El dueño del negocio miró desconfiado a la niñita y le preguntó: -¿Cuánto dinero tienes?
Sin dudar, ella sacó del bolsillo un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo los nudos. Los colocó sobre el mostrador y dijo: ¿Eso alcanza? Eran apenas algunas monedas que ella exhibía orgullosa.
-Sabe, quiero dar este regalo a mi hermana mayor. Desde que murió nuestra madre, cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Hoy es su cumpleaños y sé que estará feliz con el collar.
El hombre fue para la trastienda, puso el collar en un estuche, lo envolvió con un vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta dorada.
Ella salió feliz corriendo y saltando calle abajo. Aún no acababa el día, cuando una linda joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho y preguntó si el collar había sido comprado allí, a lo que el hombre contestó que sí. La jovencita quería devolverlo, aduciendo que su hermana no tenía cómo pagarlo. Entonces el hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio y lo devolvió a la joven y dijo: Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar. Dio todo lo que tenía.
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