Nunca más solas
Padres e hijas se reencontraron ayer al mediodí­a. Vecinas testificaron a favor de Elizabeth, a quien consideran una madre responsable. (Foto: Alexander Santamarí­a / EPASA)

Denise Lara | DIAaDIA

Elizabeth es una mujer humilde, que vivió el terror de casi perder a dos de sus hijas por una casualidad, pero "gracias a Dios" las pequeñas Karen y Zaray volvieron a los brazos de su madre.

El pasado miércoles, se realizó un sorpresivo allanamiento en el edificio 2 de Patio Pinel. Mientras buscaban armas y maleantes, encontraron a dos pequeñas solas en uno de los apartamentos, por lo que las autoridades se las llevaron. Al preguntar por la madre, las niñas y una vecina respondieron que ésta se encontraba en la escuela de su hija mayor.

LEñA DE UN ARBOL CAI­DO

Duras fueron las crí­ticas de algunos medios, que incluso llegaron a inventar que las menores se encontraban amarradas y amordazadas. Indignada y herida en su orgullo de madre, Elizabeth tuvo que aguantarse los comentarios de algunos desconocidos, que la juzgaron sin saber la verdad. "El jueves, mientras estaba en el bus, escuché a una mujer decir "esa mujer chu... de su madre... cómo va a hacer eso", "lloré en silencio", cuenta Eli, como la llaman vecinos y amigos.

REALIDAD DE UNA HUMILDE FAMILIA

Elizabeth, quien lleva apenas un mes de haberse mudado, todas las mañanas iba a dejar a la escuela a sus dos hijas: Corina, de 8 años, y a Karen, de 5, quienes cursan tercer grado y kinder. Eli siempre se llevaba a la más pequeña con ella. Cuando no podí­a llevársela, la dejaba bajo el cuidado de una de sus vecinas, con quien habí­a hecho buena amistad. Esa mañana, habí­a una reunión de padres de familia en la escuela de Corina. Karen habí­a caí­do enferma dí­as atrás con un resfriado, por lo que estaba incapacitada. Como habí­a amanecido nublado, Eli prefirió dejar a sus dos hijas en casa, no sin antes prepararles lo único que encontró para darles: una sopa china, pues las cosas en casa estaban apretadas. Esa mañana, antes de partir, le dijo a su vecina que las vigilara. Minutos después, los policí­as golpeaban a su puerta...

HUMILDE, PERO HONRADA

Elizabeth es una dominicana que lleva diez años de vivir en Panamá, y quien siempre ha buscado su propio sustento honradamente. Desde que su negocio quebró, se ha dedicado a realizar trabajos de belleza entre sus antiguas clientas y amigas; con eso ayuda a su esposo. Aunque ahora las cosas no marchen tan bien económicamente, la familia está unida y feliz. Las vecinas son fieles testigos de que Eli darí­a su vida por sus hijas.

EL REENCUENTRO

La felicidad se desbordaba de los corazones de padres e hijas, cuando ayer al mediodí­a volvieron a encontrarse. El dí­a anterior se dedicó a buscar pruebas de que no las habí­a descuidado, para presentarlas en el juzgado. Emocionadas, Karen y Zaray abrazaban a sus padres, y les tocaban el rostro, como si no pudieran creer que fueran ellos, con quienes no pudieron pasar la noche anterior.

El susto sirvió de escarmiento y Eli quiere mudarse para dar una vida mejor a sus hijas.

CALUMNIA

Elizabeth exige que se limpie su nombre. "Esos cordones que sacaron en la tele no eran para amarrar a mis hijas, sino para las colchonetas", explica.

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