Las personas degustan su producto. (Foto: José Ángel Sáenz / EPASA)
Carolina Sánchez P.
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Hace su trabajo entre rimas y pregones. Alejandro Peña, de 50 años, tiene 25 años de dedicarse a la venta de chichas naturales.
Para promover sus chichas, ha compuesto rimas para todos los sabores de fruta que ofrece. Por ejemplo, hay chicha de piña para las niñas, limón con rapadura para el dolor de cintura, de nance para que no se canse, naranja para la cabanga, granadilla para la rodilla.
Como buen negociante se levanta todos los días a las 4:00 a.m. para empezar a pelar, cortar y exprimir las naranjas y piñas que compra en el Mercado de Abasto. "Expresó que en los últimos años el precio de los alimentos ha subido, pero intenta mantener la misma cantidad y calidad a sus clientes", aseguró Alejandro.
Desde hace unos años, Alejandro pudo comprarse un vehículo en el que transporta los "cooler" con las chichas.
Mientras él atendía a las personas en la Gran Estación de San Miguelito, contó que la clave de tener éxito es un buen trato y la cortesía.
"Gracias a Dios he podido construir un hogar en donde vivo con mi esposa y sus tres hijos, de los cuales dos están graduados y la última está en tercer año", afirmó.
Alejandro es una de esas personas que persevera hasta alcanzar sus meta. Cada vaso de chicha lo vende a 30 centésimos.
"Es lindo cuando uno hace algo que le agrada, porque si alguien va a trabajar amargado, entonces para qué lo hace", destacó.
La clave para ofrecer un servicio es la cortesía que te traerá bendiciones más adelante.
Manifestó que él se considera cristiano evangélico desde hace 16 años, razón por la cual afirmó que es lo mejor que le ha pasado, ya que el mundo le ofrecía muchas cosas, pero no él gozó de la salvación.
META
No pierde la esperanza de poner algún día una refresquería.