Con la ilusión de un mejor porvenir, llegó desde Chiriquí, Víctor Beitía, un humilde, pero honrado hombre que tuvo que alejarse de su familia para procurar un futuro lleno de promesas para sus hijos.
Como conductor de la ruta Torrijos Carter-San Miguelito, mantiene a su familia "a larga distancia", pero asegura que al menos el peso de no tenerlos cerca, lo compensa con la satisfacción de saber que están bien económicamente, gracias a lo que él les envía.
Sus grandes ilusiones, Víctor José y Víctor Jesús, gemelos de año y medio, y su "princesa" Victoria Gisela, de 11 años, lo motivan a seguir trabajando en la capital, sin perder su "don de gente", tan característico en el hombre interiorano.
"Extraño mucho mi casa, me es difícil acostumbrarme a estar lejos de mi gente, sobre todo, extraño a mi esposa Liria, a la que quiero mucho", indicó melancólico Víctor.
Desde tempranas horas de la mañana, comenta que emprende su rutinario camino, encomendándose a Dios para que le vaya bien. "Salgo a las tres de la mañana y empiezo mi ruta en El Poderoso hasta llegar a la Gran Estación todos los días, hasta que baje el sol", expresó el conductor, quien bebía una taza de café para mantenerse despierto.
Víctor ha comprendido que no hay que confiar en nadie, más aún cuando se está en un oficio tan delicado como el de conductor, por eso procura siempre tener sus cinco sentidos centrados en su timón y en los espejos para evitar accidentes.
"Definitivamente que uno mismo es quien debe cuidarse, a veces las personas te buscan pleito de la nada y la verdad es que nadie está para eso. Trato de cuidarme y cuidar a los pasajeros como se merecen", manifestó.
Lejos de su casa seguirá Víctor hasta que le sonrían nuevos logros, pero por ahora lo encontrarás en la Gran Estación de San Miguelito.
DIARIAMENTE
Más de 60 balboas en combustible consume su bus, y gasta hasta 120 mensuales en el lavado.
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