Más de 15 mil niños indígenas se han logrado sacar de las fincas cafetaleras e integrados en los programas educativos que desde hace más de cinco años se desarrolla dentro de las áreas de trabajo, tratando con esto de cambiar patrones establecidos, por la utilización de la mano de obra infantil en actividades de recolección.
El programa educativo que impulsa Casa Esperanza, se inició con la participación de escasamente cuatro fincas en el 2001, sin embargo, hoy son diez más.
Entre las fincas pioneras en esta iniciativa están la de los Janson, Eleta, Café Olé, entre otras que están haciendo el esfuerzo para continuar evitando que los niños regresen a las fincas.
Hayde de Janson, propietaria de una de las fincas participantes, dijo que antes de que se pusiera en práctica la iniciativa de Casa Esperanza, había la necesidad de poder evitar que los niños participaran en las labores agrícolas en conjunto con sus padres, pero en ese momento no existían los fondos para crear el programa.
Dijo que hoy mientras sus padres están cosechando, más de un centenar de niños recibe ayuda en servicios médicos, educacional y recreación, entre otras actividades que les aleja de los rigores de la vida laboral.
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