ENTRE NOS
El perfume

Elizabeth M. de Lao | DIAaDIA

Sentada en el aeropuerto Reagan de Washington, las notas lastimeras de una guitarra triste llegan a mis oí­dos. El hombre que tengo a mis espaldas, rasga las cuerdas y mira en lontananza. Tan melancólicas como sus notas está mi corazón. Ansí­o llegar a Panamá para ver a mi familia, después de tres semanas de ausencia. Cuando ustedes, amigos lectores, lean esto, ya estaré en la redacción de este diario.

Mi corazón no sólo está melancólico y meditabundo, porque estoy lejos. También medito sobre las palabras que escuché de un joven y talentoso colega de Guatemala.

Junto a él, otros 13 periodistas lloramos lágrimas de solidaridad, pero también de miedo por lo que nos pudiera pasar.

Sucedió en un restaurante, durante la despedida de la gira que hicimos 14 colegas de Latinoamérica por varias ciudades de Estados Unidos.

Todos comentábamos alegres las vivencias de tres semanas, cuando de repente le tocó el turno a "Quetzalito", como lo bautizamos todos. Cuando habló, todos lo mirábamos estupefactos. "Todo lo que tengan que hacer hoy, háganlo; no lo dejen para después, porque puede ser demasiado tarde. Todas las mañanas yo huelo un perfume que llevo conmigo... y lloro. Es el perfume que mi mujer habí­a comprado para usar en ocasiones especiales, siempre pensando en después; un después que no llegó, porque Dios se la llevó a mejor vida. Me dejó dos hijos que adoro, pero cada mañana huelo su perfume y pienso que para ella no habrá un después. Por eso les digo, hoy es el dí­a... mañana no se sabe, luchen hoy".

Por eso, sentada aquí­, pienso que nunca les he dicho lo importante que son ustedes, queridos lectores, para nosotros los periodistas. Ustedes son la razón de ser de nuestra profesión. Sin los lectores de DIAaDIA, los periodistas serí­amos como esa guitarra sin cuerdas. Quiero aprovechar el hoy para agradecerles su fidelidad y su preferencia por este diario joven, que cada dí­a se nutre de la empatí­a que ustedes sienten con él. Gracias por preferirnos, porque cada vez que uno de ustedes nos lee, es como sentir aquel perfume, pero de alguien vivo, alegre y optimista, que vive la vida hoy, para asegurarse la felicidad hoy y mañana.

Ciudad de Panamá 
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