La oración

Redacción | DIAaDIA

Una mujer pobremente vestida, con un rostro que reflejaba derrota, entró a una tienda.

Se acercó al dueño de la tienda y, de la manera más humilde, le preguntó si podía llevarse algunas cosas a crédito. Le explicó que su esposo estaba muy enfermo y que no podía trabajar; tenían siete niños y necesitaban comida.

El dueño le gritó que se fuera. Cerca del mostrador, se encontraba un cliente que escuchó la conversación, se acercó y le dijo al dueño de la tienda que él se haría cargo de lo que la mujer necesitara para su familia. El dueño, de una manera muy tosca, preguntó a la mujer: "¿Tiene usted una lista de compra? Ponga su lista en la balanza y lo que pese su lista, le daré yo en comestibles". La mujer titubeó por un momento y, cabizbaja, buscó en su cartera un pedazo de papel y escribió algo en él y lo puso en la balanza.

Los ojos del dueño y el cliente se llenaron de asombro cuando la balanza se fue hasta lo más bajo y se quedó así.

El cliente sonrió, y el dueño comenzó a poner comestibles al otro lado de la balanza. La balanza no se movió por lo que continuó poniendo más y más comestibles hasta que no aguantó más.

El dueño se quedó allí parado con gran disgusto. Finalmente, agarró el pedazo de papel y lo miró con mucho más asombro... No era una lista de compra, era una oración que decía: "Querido Señor, tú conoces mis necesidades y yo voy a dejar esto en tus manos".

La mujer sabía el peso que tiene una oración salida del corazón.

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