La frescura de las flores, el color y su fragancia han cautivado por años a Dilma Ester Núñez, quien se dedica al cultivo de flores y plantas ornamentales a nivel comercial.
Esta actividad involucra a toda la familia. Desde que era niña, su madre plantaba para la venta y Dilma lo hacía junto a sus hermanas como una forma de ayudarla, cuando tenían momentos libres después de la escuela.
Después de varios años, su esposo Eduviges Rodríguez y sus tres hijos la acompañan en el fascinante mundo de las plantas que, además de satisfacción al verlas crecer y florecer, le rinde frutos económicos para sustentar su hogar.
Como nació y creció en Chicá de Chame, un sitio ideal para el cultivo de las plantas, es para ella más fácil cultivar las más de 50 variedades que tiene en existencia. Y la que no tiene, la compra para satisfacer la demanda de sus clientes.
La travesía en este mundo de la economía informal, empieza desde que saca sus plantas de su pueblo hasta llegar a Calidonia, a un costado de El Machetazo, donde tiene un espacio para venderlas.
Por más de 10 años, lo ha hecho y sus clientes la esperan los sábados y los jueves, cuando su esposo va a venderlas.
Todas sus plantas están entre B/. 1.00 y B/. 5.00, y dependen del tamaño y la variedad.
Todos los sábados sale de su hogar con fe de que las venderá todas, aunque siempre le queda hasta más de la mitad. Sabe que muchas personas se dedican al negocio y la competencia ha hecho que los precios bajen. "Tenemos que vender muchas, para poder ganar algo", comentó Dilma.
TRABAJO
Además de verlas crecer, las trae a la capital con mucho cuidado para que no se marchiten.
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