El día estaba señalado, la consigna ya estaba en boca de la mayoría de los trabajadores: "Ocho horas de trabajo, ocho de descanso".
Eso fue lo que lograron alrededor de 190 mil trabajadores, una fecha como hoy, pero de 1886, cuando en Estados Unidos se inició una huelga para conseguir mejores condiciones de trabajo.
Sin duda, lo lograron con un altísimo costo y, junto con esto, consiguieron crear conciencia mundial sobre los derechos de los trabajadores. Por ello, se instauró el 1 de mayo como el "Día del Trabajo".
Pero la lucha de los trabajadores no terminó allí, continúa hoy, quizás no sea por sólo 8 horas de trabajo o por una buena paga, sino tan sólo por conseguir un empleo. Por eso, sobrepasan las adversidades para llevar dignamente el sustento a sus hogares.
Nicolás Santos, un humilde joven de 21 años, puede dar fe de esto, puesto que aunque hace siete días consiguió como vendedor de helados en las calles, no fue tarea fácil.
Sus sueños de trabajar por una buena paga se han ido desvaneciendo, porque desde que vino de su natal Tolé, en Chiriquí, se dio cuenta de que en la ciudad los requisitos son mayores: altos niveles escolares, experiencia y uno que otro papelito de recomendación.
Según cuenta, dejó a su esposa, a su pequeña hija y su trabajo en el campo cortando monte y arroz, para ganarse algo adicional acá, "pero me he dado cuenta de que es difícil conseguir un trabajo".
Con su carretilla en mano, recorre las calles capitalinas coreando: "helado de pipa". Aunque es poco lo que conoce de la ciudad, ha tenido que aprender por necesidad.
"Desde temprano en la mañana, salgo a vender los helados. Cuando viene la lluvia, uno no hace nada, pero lo único que queda es esperar el próximo día", dijo Nicolás confiado en que hoy sí los venderá todos.
LOS CONTADOS
El panorama en las calles, al parecer, no es el mismo que el de las estadísticas, ya que el desempleo se sitúa en un 9.6%, según datos de la Contraloría General de la República.
Javier Smith, director general de Empleo del Ministerio de Trabajo (MITRADEL), dijo que aunque las cifras de desempleo han disminuido, reconoce que hay que esforzarse para integrar a más personas al mercado laboral.
Según los registros de dicha dirección, el 60% de las personas están ocupadas en un empleo formal y el 40% en uno informal.
"Como el sector informal ha ido creciendo, la meta es integrarlos al sector formal y, mediante la capacitación, lograr que las personas vayan optando por profesiones y actividades de acuerdo con las necesidades del mercado", explicó Smith.
En el 2005, la tasa de desocupación era 13.2% en las mujeres y 7.5% en los hombres. Siendo para el mismo periodo, el 36.4% de las mujeres ocupadas y el 63.6% de los hombres que se dedican a una actividad.
"Hay muchas personas frustradas del sector comercio, porque hay una saturación de los profesionales, pese a que el país se maneja por el sector comercio", agregó.
Sin embargo, dijo que se perfilan buenos tiempos para los profesionales en el área artesanal, marítima, construcción, turismo para personal bilingüe y tecnología, donde se requieren ingenieros de todas las áreas.
Sólo en este sector, por cada tres ingenieros se generan siete técnicos. Además, con las obras de ampliación del Canal se generarán unos 7 mil empleos.
TAREAS DIFICILES
Los riesgos que corren los trabajadores son innumerables. Al menos unos 113 mil accidentes laborales, se registran anualmente en Panamá y 1 millón de personas mueren al año en el mundo por enfermedades profesionales o accidentes, según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
René Luciani, director de la Caja de Seguro Social, explicó que sólo el año pasado la institución dio 9, 757 subsidios en atención a accidentes de trabajo, siendo la agricultura, caza y pesca las actividades donde se registra mayor cantidad de accidentes de trabajo.
En términos económicos, el año pasado desembolsaron 4.1 millones de balboas en subsidios; en el 2004, unos 6.7 millones; en el 2003, unos 6.5 millones y, en el 2002, otros 6.1 millones de balboas.
MAS CONQUISTAS
Pese a que los trabajos en la construcción son arriesgados, no se registra la mayor cantidad de accidentes como se pensaba.
Sin embargo, Genaro López, secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de la Construcción y Similares (SUNTRACS), afirmó que esta actividad es peligrosa y se agrava más cuando las empresas no cumplen con las medidas de seguridad.
Según sus registros, el año pasado murieron 18 obreros, producto de los accidentes y este año van 7 obreros muertos.
Ninguna empresa en Panamá cumple 100% con todas las medidas de seguridad. "En lo que más incumplen, es en la falta de cascos, botas, cinturones de seguridad, mallas de seguridad en los huecos de caída libre, área limpia y material ordenado en los centros de trabajo", explicó.
Como los obreros en 1886, hoy al sector de la construcción le urge finiquitar la Convención Colectiva, que no ha podido concretar con la Cámara Panameña de la Construcción (CAPAC), que viene negociando desde septiembre y debió tener vigencia desde enero por los próximos cuatro años.
Dijo que la paz ha terminado, y si no llegan a un acuerdo, se irán a una huelga nacional. Según él, hay 5 cláusulas conflictivas, como es el aumento salarial.
La CAPAC sugiere un centésimo por año y ellos aspiran a un dólar, culminados los cuatro años de la vigencia de la convención, además de las medidas de seguridad, puesto que ninguna empresa cumple al 100%.
No quieren que la convención se aplique con el Decreto 3 del 4 de marzo de 1980, que dice que todo trabajo relacionado con el Canal, tiene que pagar un mínimo de B/. 2.90 la hora.
De no aplicarse la convención a los trabajadores que ganan más de B/. 3.07 la hora, se les bajaría el salario.
De darse la ampliación, esperan estar incluidos en los trabajos, principalmente los del sindicato, pero que se cumplan los beneficios y las medidas de seguridad que establece la norma.
Un vocero de la CAPAC se limitó a confirmar que está negociando con SUNTRACS la convención colectiva.
TRABAJAN DURO
Algunos panameños cuentan su historia y cómo hacen para seguir adelante.
Felícito Pérez dejó la venta de helados en las calles para vender frutas y verduras. Aunque deja casi las mismas ganancias, por lo menos está en un sólo lugar. Dejó la isla Venado en Kuna Yala, para que su hija estudiara y pudiera tener una carrera universitaria.
Muy cerca de él, Rony Melgar vende guabas y optó por esto porque metía papeles y no le salía nada, ni como seguridad, ni en un aserradero, menos en una fábrica de bloques.
Se reconforta en el hecho de que la palabra "trabajo" lo dice todo, cuando está bajo el sol y la lluvia y no vende nada, más porque sus hermanitos de 11 y 8 años y su madre, dependen de él.
Margarito Martínez aprovecha la luz roja para vender sus productos. Se graduó de soldador en el Instituto Tomás Alba Edison y no ha podido ejercer su profesión, trabaja la buhonería.
LA EXPERIENCIA VALE
La señora Marisabel Cedeño tiene una vida, dedicándose a la venta de comida en las construcciones.
Comenzó llevando comida hacia los proyectos, y ahora las compañías la ayudan a poner la fonda. "No es tan fácil poner un negocio, aunque no tan difícil; hay que ponerle hombro al asunto para lograrlo. Nadie te ofrecerá un trabajo en la casa", dijo.
Esta filosofía ha llevado a muchos panameños a hacer de todos los días, el Día del Trabajador.
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