Radiante con su rostro pintado de anhelos, la presidenta Mireya Moscoso recorrió durante la mañana de ayer los mismos caminos que la llevaron al triunfo hace cinco años.

Vestida con un traje blanco, zapatos morados, una pañoleta y un botón que usó su desaparecido esposo Arnulfo Arias, visitó el Jardín de Paz, escuchó la misa en la iglesia de Lourdes para luego ir a votar a pie a la escuela Puerto Rico.

Moscoso detalló que hay muchas cosas que se extrañan; no obstante, aclaró que no siente nostalgia por la presidencia.

En este cargo sufrió tragos amargos, ya que un presidente vive muchas alegrías y muchos sinsabores, sobre todo, cuando se tienen que tomar decisiones que, en algunas ocasiones, no gustan.

La Presidenta, quien en ese momento se sentía segura del triunfo de su candidato José Miguel Alemán, aconseja al próximo mandatario que debe olvidarse de qué partido lo llevó al poder; además de que debe buscar las mejores leyes, sobre todo para aquellas personas que muchas veces los gobiernos olvidan que existen y que son la mayoría.

Dijo que el contacto directo con el pueblo lo vivió ella por cinco años, y consideró que cumplió con todas sus promesas de campaña. "He cumplido con mi pueblo y me voy satisfecha", concluyó.