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Ser agradecidos
Debemos gratitud a todas las personas que siempre están junto a nosotros. (Foto: Cortesia)

Francisco Fernández | Creciendo, DIAaDIA
Hay que ser agradecidos con Dios, pero de igual manera, es necesario expresar gratitud a todos aquellos que nos favorecen.

Con frecuencia tenemos mejor memoria para nuestras necesidades y carencias que para nuestros bienes. Vivimos pendientes de lo que nos falta y nos fijamos poco en lo que tenemos, y quizá por eso lo apreciamos menos y nos quedamos cortos en la gratitud.

TODA NUESTRA VIDA DEBE SER UNA CONTINUA ACCION DE GRACIAS

Recordemos con frecuencia los dones naturales y las gracias que el Señor nos da, y no perdamos la alegría cuando pensemos que nos falta algo, porque incluso eso mismo de lo que carecemos es, posiblemente, una preparación para recibir un bien más alto. Recordad las maravillas que Él ha obrado, nos exhorta el Salmista. El samaritano, a través del gran mal de su lepra, conoció a Jesucristo, y por ser agradecido se ganó su amistad y el incomparable don de la fe: Levántate y vete: tu fe te ha salvado. Los nueve leprosos desagradecidos se quedaron sin la mejor parte que les había reservado el Señor.

AGRADEZCAMOS TODO AL SEñOR

Muchos favores del Señor los recibimos a través de las personas que tratamos diariamente, y por eso, en esos casos, el agradecimiento a Dios debe pasar por esas personas que tanto nos ayudan a que la vida sea menos dura, la tierra más grata y el Cielo más próximo. Al darle gracias a ellas, se las damos a Dios, que se hace presente en nuestros hermanos los hombres. No nos quedemos cortos a la hora de corresponder. «No creamos cumplir con los hombres porque les damos, por su trabajo y servicios, la compensación pecuniaria que necesitan para vivir. Nos han dado algo más que un don material. Los maestros nos han instruido, y los que nos han enseñado el oficio, o también el médico que ha atendido la enfermedad de un hijo y lo ha salvado de la muerte, y tantos otros, nos han abierto los tesoros de su inteligencia, de su ciencia, de su habilidad, de su bondad. Eso no se paga con billetes de banco, porque nos han dado su alma.

No existe un solo día en que Dios no nos conceda alguna gracia particular y extraordinaria. No dejemos pasar el examen de conciencia de cada noche sin decirle al Señor: «Gracias, Señor, por todo». No dejemos pasar un solo día sin pedir abundantes bendiciones del Señor para aquellos, conocidos o no, que nos han procurado algún bien.

AGRADECIMIENTO

La oración es un medio eficaz para agradecer: Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado.





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