HISTORIA
Ánimo Rogelio

Redacción | DIAaDIA

La batalla había sido dura. Rogelio, el joven soldado sólo miraba su uniforme que no era más que un montón de harapos. Su cuerpo estaba todo magullado y herido. De los dos brazos, sólo conservaba uno y el otro era un muñón. Lo peor era que su enemigo se alzó con la victoria.

Al verse inútil no sabía qué excusa dar a su capitán y pensó morir en el campo. De pronto, una voz amiga vino en su auxilio. Sus compañeros de lucha lo pusieron en una camilla. Jesús, uno de sus amigos le dijo: "Tiene que verte el capitán, se va alegrar mucho cuando te vea. Seguro que hasta te da una medalla". Rogelio no podía creer lo que Jesús le decía.

Al día siguiente, llegó el capitán y luego de un efusivo abrazo le dijo: "Es usted un gran héroe, voy a proponerlo para la medalla al mérito militar". Olvídese de sus heridas. Si no hubiera luchado, entonces sería un desertor". Rogelio quedó sin palabras.

Han pasado meses y el joven soldado mejoró su salud. Ahora trabaja en las oficinas del cuartel dirigiendo al lado de su capitán, con un rango mayor.

Con estos logros, Rogelio se puso a meditar y pensó: "No importa recibir heridas del enemigo o perder batallas. Lo que nunca debe hacerse es dejarse morir en el campo de batalla, eso es rendirse". En fin, Dios ya sabe que podemos ser heridos en nuestra lucha contra el pecado. Lo sabe y no le importa.

Él quiere que luchemos. Si somos heridos en la tentación, ya su Hijo dejó un hospital de amor, en el que nos curan y llenan de medallas. A ese hospital los católicos suelen llamarlo "confesionario".

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