Como paño de lágrimas serví para una amiga con la que compartí su tristeza debido a que su madre había fallecido. Yo estaba asombrada por la magnitud de su llanto. Para mí fue una sorpresa esa desaparición física, ya que sabía que su madre estaba enferma, pero pensé que no era tan grave.
Un cáncer acabó con la vida de esta señora en menos de cuatro meses que, según mi amiga, fueron los peores meses de su vida. Mientras su madre moría poco a poco en la cama de su casa, mi amiga se lamentó por las veces que le negó a su madre acompañarla al mercado.
Y ni hablar de la infinidad de fines de semana en que su madre añoraba sentarse a ver televisión junto a ella, ayudarla a arreglar la casa, a ir de "shopping", entre otras actividades.
Al contarle la historia de mi amiga a mi madre, me explicó que desde el primer momento en que nace un hijo "no hay ojos para más nada". Me sustentó que lo más gratificante para una madre es que ese ser, por quien tuvo que pasar sufrimientos para darle la vida y educarlo, la compense no con millones, sino con simples gestos como un beso, un abrazo, un te quiero. Recuerden que no sabemos "cuándo se nos va". Yo te invito aunque sea gastar un minuto de tu celular y decirle: "Te amo, mamá". Eso brindará horas de felicidad para ella. Así como llamamos a nuestros amigos para las fiestas y chismes, sólo levanten el teléfono y expresen el amor que sienten por ella, antes de que sea demasiado tarde. [email protected]