
El lavado de manos también contribuye en la prevención de transmisión de parásitos intestinales, infecciones en la piel, etc.
Es importante inculcar el hábito de higiene de lavado de manos desde que el niño está muy pequeño, de manera que cuando asista a los centros preescolares y escolares pueda ponerlos en práctica.
Durante el primer año de vida nos afanamos en la limpieza meticulosa de las manos del niño(a); sin embargo, esta labor se torna más difícil cuando el niño cumple un año de edad, y es precisamente la edad en que está en mayor riesgo de contraer las enfermedades arriba mencionadas, ya que empieza a caminar, a tocar objetos sucios y llevarse las manos a la boca.
Durante estas edades, debemos enfatizar en lavarle las manos al niño cuando esté jugando y antes de comer.
Ya cuando el niño asiste a los centros parvularios, se le debe concienciar acerca del lavado de manos antes de comer la merienda, cuando utiliza el servicio sanitario y cuando llega a casa. En estos puntos, las maestras ofrecen un reforzamiento en el aula de clases en cuanto a las medidas de higiene.
Los organismos internacionales como UNICEF, han lanzado campañas de lavado de manos con agua y jabón, ya que con esta medida se puede reducir a la mitad las muertes de niños por diarrea y la incidencia de infecciones respiratorias. El lavado de las manos con agua y jabón es la intervención más efectiva y la de menor costo para la prevención de estas enfermedades tan comunes.
¿Cuándo?
Si alguno en casa tiene algún padecimiento como diarrea (infecciones intestinales como la amibiasis), cuadros de influenza, bronquitis o neumonía, ya que todas estas enfermedades se transmiten a través de las manos.
Esto es de vital importancia en las madres o personas cuidadoras, que a su vez deben cocinar, manipular alimentos y atender a niños pequeños.
En niños menores de dos años no se recomienda el uso de productos antibacteriales.
En lactantes y niños pequeños se puede utilizar toallitas húmedas.