Entre el amor y la adversidad
Aldeas Infantiles SOS de Panamá, es una de las asociaciones dedicadas a crear familias para niños y niñas necesitados desde hace 22 años.

Redacción | DIAaDIA

Magdalena De León@ Crecen con amor, respeto y seguridad. Estos son los niños de Aldeas Infantiles SOS de Panamá, en Avenida de la Amistad, que por su situación de alto riesgo social, maltrato, orfandad y otros, son apoyados para formar su propio futuro, recibiendo en SOS una madre que se convierte en su lazo afectivo permanente, ofreciendo a sus hijos la ternura y paciencia que necesitan para restablecerles su confianza y autoestima.

HACEN REALIDAD SU SUEñO

Aldeas Infantiles SOS de Panamá, es una de las asociaciones dedicadas a crear familias para niños y niñas necesitados desde hace 22 años. Es una comunidad educativa que genera contacto con el resto de la sociedad, promoviendo su desarrollo.

Allí los niños desarrollan un importante sentimiento de pertenencia y seguridad, y se les brinda la oportunidad de una vida familiar, reemplazándoles el hogar que perdieron y orientándolos para una integración a la sociedad.

El licenciado Omar De La Espada, director encargado de esta asociación, explicó que tienen 110 niños de 0 a 18 años en 13 casas. En estos hogares hay niños que han llegado de un año de edad, actualmente tienen 23, y siguen residiendo en el lugar.

Una familia en este albergue está compuesta por una madre SOS, con 9 niños en cada casa. A los hermanos de sangre no los separan, los mantienen unidos.

Esta Aldea cuenta con tres comunidades juveniles, una de varones, una de señoritas y una residencia universitaria. Las madres o tías SOS, son capacitadas para ser colaboradoras permanentemente; conocen las mismas preocupaciones, alegrías y deberes que cualquier otra madre. Les cocinan, lavan, los llevan a la escuela, a la iglesia, se preocupan por su salud y los ayudan en todo, tal ocurre en un hogar normal.

Es así, que niñas, niños y jóvenes de diferentes edades viven juntos, lo que da paso a una sana interacción de experiencias, donde los más pequeños aprenden de los hermanos mayores y donde cada uno disfruta del cariño del otro. Ellos asumen pequeñas responsabilidades en el seno de la pequeña comunidad. Cada niño tiene su sitio en la mesa familiar, su cama, su rincón para jugar y hacer sus tareas escolares; justo donde empieza a organizar su mundo.

ROSTROS FELICES

Una gran felicidad es la que se refleja en el rostro de los pequeños que viven en estas casas.

La labor de Aldeas Infantiles SOS en favor de la niñez es reconocida mundialmente debido a su compromiso de largo plazo con los niños y niñas, devolviéndoles la alegría de vivir y crecer juntos bajo el abrigo de una verdadera vida familiar.

Para continuar con esa misión necesitan el apoyo de empresas altruistas, que contribuyan con donaciones, permitiéndoles solventar los gastos de alimentación de todos los niños. También las personas pueden contribuir como amigo o amiga SOS, anualmente, haciendo una aportación de B .30.00, dar patrocinios mensuales, trimestrales o anuales y ayudar a una casa con enseres domésticos.

EJEMPLO FEHACIENTE

Franklin Troya tiene 23 años. Llegó a las aldeas cuando tenía un año de edad. Su padre perdió su custodia y la trabajadora social lo envió a la aldea. Su papá no tenía cómo mantenerlo. Desde entonces Franklin empezó una nueva vida que, aunque protegida y cuidada, no borró la tristeza de su alma por no tener, como todos los niños, su verdadera madre al lado.

A su progenitor hace mucho tiempo que no lo ve.

"Asisto a la universidad, estoy en primer año en Técnico en Ingeniería. No conocí a mi madre y no sé si quisiera verla, porque me sentiría extraño. Le doy gracias a todos los que me ayudaron a ser lo que soy".

Al decir esto último, su rostro triste y lejano, volvió a sonreír.

¿Y LAS MADRES DE LOS NIñOS?

En el Centro Femenino de Rehabilitación hay 603 internas. Seis tienen hijos en diferentes centros Infantiles.

Una de ellas es Pascuala González Hernández, cuya niña de cinco meses, es reside ahora precisamente en las Aldeas Infantiles SOS.

"Estoy aquí desde hace cinco meses, porque la bebé se me salió cuando fui al sanitario, sólo por eso me tienen detenida; me considero inocente, tengo 33 años de edad, quisiera irme para mi casa, buscar y atender a mis hijos y criarlos", dijo la mujer.

"Cuando pienso en ellos, lloro y me siento muy triste, estoy enferma, me dan ataques de epilepsia. Quiero que me visiten mis familiares, me siento sola y abandonada porque desde que estoy aquí nadie ha venido a verme; todavía no sé el tiempo de condena que me dieron", prosiguió.

Pese a su dolor, admite que "aquí me va bien; estoy en la escuela en tercer grado, he aprendido muchas cosas. Me siento por otra parte, contenta, porque me dijeron que la niña está muy bonita y bien atendida en La Aldea Infantil, pero me siento triste porque no la conozco".

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PASCUALA GONZALEZ

Detenida desde el 20 de noviembre de 2003, tiene 2 hijos, es unida, su esposo tiene al niño varón y reside en Chepo, San José. Está en la cárcel por atentar contra la vida e integridad personal de la menor. Su caso está en la Fiscalía cuarta Superior.

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