Los niños no pierden su alegría, a pesar de sus necesidades. (Foto: ARNOLDO ZEBALLOS /EPASA)
Yanelis Domínguez
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"Abuela, los ratones se comieron el pan", dijeron los niños de seis y cuatro años, para luego correr hacia la cocina a verificar si algo quedó de lo que quizás sería su único alimento del día.
Pero ellos deben cargar con algo peor y es vivir con el virus del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida o VIH/sida.
Su abuela, Luz Del Carmen Valencia, a sus 70 años, es la encargada de velar por ellos, junto a sus hermanos mayores de 15 y 17 años.
La situación de pobreza es evidente en el hogar, incluso su abuela admitió que van a la escuela gracias a las donaciones de conocidos y se alimentan por la recolección de latas que ella realiza. Cuando no hay para comprar alimentos, los niños la miran y no dicen nada, pues ya comprenden su situación, lo que destroza el corazón de Luz quien rompe en llanto mientras cae de rodillas pidiéndole a Dios que le mande un ayuda.
Las noches se hacen cada vez más frías en su casa sin repellar, ubicada en una comunidad de San Miguelito, que fue donada hace muchos años por el entonces Ministerio de Vivienda (MIVI) y ya algunas rajaduras amenazan con tirar parte de la pared del cuarto abajo y el poco espacio para dormir y guardar sus pertenencias hace todo más difícil.
Pero esto no deja vencer a Luz, quien siempre se encomienda a Dios y trata de llevar a sus nietos al Centro de Salud, lo que ha ayudado a que los niños dejen de tener crisis, pues antes tenían graves problemas de diarreas, debilidades y resfriados. Cuando no hay medicamentos en el centro tiene que ver qué hace para comprárselos, pues dejar de tomar las dosis representaría estar más cerca de la muerte.
UN DESCUIDO LOS MARCO
Después de dos matrimonios que fracasaron, Sandra Lisbeth, hija de Luz, optó por iniciar su vida con otro hombre del cual quedó embarazada y este, al enterarse de que estaba infectada con el VIH, la abandonó. Ella buscó ayuda médica e incluso empezó un tratamiento, bajo la estricta recomendación del doctor de que no se embarazara nuevamente, pero dos años después engendró a su cuarto hijo, quien también se infectó luego de que ella no informó a los médicos sobre la enfermedad.
Hace tres años, Sandra perdió la batalla con la vida, y dejó a su madre con sus cuatro hijos.
A pesar de todo, Luz no le guarda rencor a su hija por lo que hizo, pero sí teme por lo que pueda depararles el futuro a los pequeños si ella fallece, ya que no cuenta con ninguna ayuda de parte del Gobierno, pues aunque fue escogida para beneficiarse con la Red de Oportunidades del Ministerio de Desarrollo Social, al momento que fue a retirar el primer bono, se lo negaron por ser de nacionalidad colombiana, aunque sus nietos sean panameños.