Detrás de esta cortina se ofrecen bailes eróticos.
Redacción
| DIAaDIA
Sólo bastó un minivestido, tacones y mucho maquillaje. El reloj marcaba las 10:00 p.m. "Cédula" fue la palabra del seguridad de la entrada de un lujoso casino en la Vía Venneto, precedidas de una mirada de arriba abajo. Al ver que se portaba la cédula panameña, el seguridad abrió paso, aunque con un poco de recelo.
Luego de caminar por algunos pasillos, a los 15 minutos se confirmó lo que se quería. Un hombre, sin tapujos, le dijo a la periodista: ¨Una hora en mi apartamento, ¿cuánto me cobras?"... La respuesta fue: "B/150.00", pero el caballero indicó que regresaría. En este momento, la periodista optó por reunirse con el resto de los colegas que participaron de esta operación encubierta en busca de protección.
De manera infiltrada, DIAaDIA, ingresó a un mundo de prostitución un poco más lujoso. Se trata de las mujeres que asisten a hoteles en la Vía Venneto en busca de suerte, pero en vez de pasar el rato con los juegos de azar, lo que se pretende es encontrar algún turista que solicite sus servicios. Allí se observó mujeres como sacadas de una revista, en su mayoría colombianas, pues su acento así lo delataba. A ellas se les observa entre los pasillos del casino y entre las máquinas del lugar.
En grupos de diez se acomodan en distintas mesas dizque para comprar bebidas, pero no quitan la mirada de la entrada para "marcar" a su próximo cliente. Lo impresionante fue observar que por lo menos cada cinco minutos subía una mujer con un cliente. Al entrar al elevador, éste sacaba el dinero, se lo entregaba y luego subían a la habitación. Ese es el "modus operandis".
OTRA FACETA, UN MISMO DESTINO
Al segundo día de esta investigación, corrían las 9:00 p.m. Esta vez se ingresó al mundo de las salas de masajes y discotecas.
Periodistas y fotógrafos de manera encubierta visitaron nuevamente otros lugares donde se reúnen y laboran estas "damas de la noche".
Este medio tuvo la oportunidad de encontrar un operativo del Ministerio de Trabajo (MITRADEL), que facilitó la entrada a nueve locales de la capital destinados a estos "negocios de placer".
Se logró ver impresionantes salones limpios y bien arreglados, mujeres hermosas (la mayoría de ellas bien formadas). De estas mujeres ni Dios ni el cirujano plástico se les olvidó nada.
Son casas de masajes y discotecas de alto nivel. En una "sala de masaje" ubicada en El Dorado, una joven colombiana aclaró que ella sólo daba masajes, pero no sabía qué hacían sus compañeras, pese a que el vestido de marinero que portaba era el que la casa visitada tenía establecido para ese día.