Sacrificio y empeño
Omaida Santos. (Foto: : Félix Corella)

Joyce Baloyes | DIAaDIA

Muy temprano en la mañana, en su puesto en Calidonia, empieza a arreglar los perfumes, los relojes y algunos coloridos ganchos para darle la bienvenida a sus clientes.

Paciente espera Omaida Santos, que las aceras de este populoso lugar se congestionen para tener la oportunidad de vender algo.

Por más de tres años, repite día tras día la misma rutina, puesto que tuvo que dedicarse a la buhonería después de dejar de trabajar como dependiente en un almacén. Su vida no es fácil, tiene que velar por sus cuatro hijas, con el inconveniente de que muchas veces se las lleva para el puesto, porque se queda sin alguien que las pueda cuidar. Además, su esposo tuvo que emigrar al interior del país para dedicarse también a la buhonería.

En carne propia, ha vivido los inconvenientes que pasa una fémina para conseguir trabajo; hasta que pudo montar este local, que aunque con permiso, se siente amenazada, porque imperan las intenciones de sacarla cuando no puede ir a laborar. Ella dice que nadie entiende que cuando sus hijas se enferman, debe quedarse en casa.

Sabe que hoy día hay mucha competencia, porque hasta los almacenes venden ya los mismos artículos y la cantidad de buhoneros es notoria. "Hay mucha competencia, se vende bajo, uno tiene que ver qué hace para poder vender lo poco que se tiene", explicó Omaida.

A esto se suma la presencia de tres distribuidoras en Calidonia y las que están en avenida B, donde la gente va directamente a comprar los productos.

Los gastos se incrementan, porque debe pagar 50 centésimos por cada cajeta la noche. Para vender, debe dedicar muchas horas de trabajo.

VARIOS

Muchas veces, vende sólo 3 ó 4 dólares al día. Tiene que tener varios artículos para poder vender algo.

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