Esto no es para ustedes, jovencitos. Es para los que somos un poquito más grandes, aunque les puede servir para que mediten. Ustedes deciden si quieren seguir leyendo.

Yo no sé qué pasó en el camino que lleva de una generación a otra, pero la inocencia se perdió hasta en los programas de televisión. O quizás, es al revés. Los programas eran tan divertidos como inocentes y, en consecuencia, los muchachos éramos inocentes divertidos.

Recuerdo que me encantaba ver "Perdidos en el espacio", "Gomer Payle", "Sueños con Jenny", "Mi mujer es hechicera", "Lucy", "Los héroes de Hogan", "El llanero Solitario", "El súper agente 86", "Bonanza" y hasta "El chavo del ocho".

¿Sabe alguno de ustedes qué tienen estos programas en común? Yo sí: nada de violencia extrema, nada de sexo ni erotismo, y mucho de buenos mensajes, de diversión sana, de moralejas y de buenos ejemplos.

Yo no sé en qué momento la brújula se deterioró e hizo cambiar el rumbo de la buena televisión.

Hoy día, la tecnología permite producciones muy sofisticadas, costosas y espectaculares, pero los niños y jóvenes no disfrutan de aquellos programas divertidos, que para la nueva generación rayan en lo tonto.

Me parece escuchar a Gomer Payle, el soldado inocente y bonachón, decirle a su comandante, con la cara arrebolada, que su novia y él se escribían cartas muy románticas mientras él luchaba en el frente de batalla. Gómer abría y cerraba los ojos, al tiempo que aleteaba las pestañas y suspiraba. El comandante, al verlo así, le dijo que se las leyera, y Gomer, muy emocionado y con la voz más romántica jamás imaginada, le leyó: "Querido Gomer: ¿cómo están por allá? Atentamente, tu novia".

Y Gomer le contestó:

"Querida novia: Yo estoy bien, ¿y por allá?

Atentamente, tu novio Gomer".

Y la novia le volvió a contestar:

"Querido Gomer:

Por acá también. ¿Y por allá?

Atentamente, tu novia".

Recuerdo cuánto me reí esa tarde por esa "demostración" de romanticismo escrito.

Me queda aquel recuerdo y sonrío agradecida por la buena televisión.